Ana Nodal de Arce

Me la juego

Ana Nodal de Arce


Qué alivio ser mala

30/06/2022

Hay quien divide el mundo entre buenos y malos. Entre izquierda y derecha. Entre fascistas y rojos. Yo no: creo que en cada bando, en cada persona, existen infinitas contradicciones que le confieren esa capacidad de ser único entre la multitud. Excepcional y diverso, algo que celebramos estos días con orgullo.
Pero, ¡ay!, el sectarismo que impera en nuestro sistema ha lanzado las consignas que es preciso seguir en función de los intereses de los que mandan, de tal manera que hasta para lucir una bandera es preciso comulgar con su doctrina. El pensamiento crítico se diluye porque no interesa, no vaya a ser que uno se salga del rebaño y genere discordia entre la mansa mayoría, los buenos. Dicen.
Los que nos rebelamos no estamos bien vistos por supuestos 'progres', ahora auténticos censores. Ahí tienen las palabras de Mónica Oltra, presunta urdidora de una trama para esconder los abusos sexuales de su exmarido a una menor tutelada, hablando, tras su dimisión, de un triunfo de los malos. Ahí me ha situado esta señora. Y me siento orgullosa de encontrarme en ese lugar, si tengo enfrente a personajes que bendicen que un menor pueda cambiarse de sexo porque sí, mientras ignoran los derechos y el sufrimiento de  una niña abusada. Hipócritas.
Pero la opinión de esta sujeta, Oltra, se extiende a todos los ámbitos de la vida cotidiana, de tal manera que si te quejas ante la realidad que te ha tocado vivir, en un afán de mejorarla, solo serás atacada por la manada de mezquinos que adoran a una dios o diosa con los pies de barro, que necesita del halago para continuar su ruta tortuosa por la senda equivocada. Qué más da.
Las actitudes de los que gobiernan intentando aplastar al disidente son similares. Las redes sociales se han convertido en sus principales aliados para arremeter, de forma ruin y cobarde, contra todo aquel que no siga su discurso, que pretenden imponer a costa de pisotear sin el más mínimo escrúpulo al otro. A la otra. Al malo. A la mala.
Estamos sometidos a sectas, en las que conseguir el beneplácito del poder y acomodarte en sus redes clientelares es fácil si te pliegas a sus designios, a sus intereses, a sus políticas huecas plagadas de imágenes propagandísticas, similares a las que se inventaron en el periodo más infausto de la historia de Europa hace casi un siglo.
Sin pretender generar una corriente de opinión, sin optar a relevar a nadie de su trono, de su sillón o de su presunta superioridad moral,  me declaro librepensadora, crítica con las actitudes que no comulgan con mi ética y eterna aprendiz de todo aquello que me procure esa sabiduría tan difícil de encontrar y que enriquece la mente, el espíritu e incluso el alma.
Y, por supuesto, queridos lectores, esa militancia, ese compromiso lo expreso en Toledo, porque creo que cada persona tiene la obligación de alzar la voz ante lo que considera que atenta contra su entorno. Y dispongo de una tribuna privilegiada para reivindicar un Toledo que respete su patrimonio, recuperando su río, cuidando su historia y mirando al futuro con ilusión, con gentes que aporten y que no solo se suban a un atril para hablar con desprecio y soberbia de los otros, los malos. Por cierto, qué alivio ser mala.