Objetivo: dejar de ser rehén de Rusia

Agencias-SPC
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La dependencia europea de Moscú para el suministro de fertilizantes obliga a la UE a buscar medidas de urgencia para ayudar a los productores y garantizar su autonomía

La Comisión advierte que los agricultores han estado comprando menos fertilizantes de lo habitual, en parte, por los altos costes de la energía. - Foto: EFE

El sistema agroalimentario de la Unión Europea no puede ser «rehén» de países como Rusia. Ese es el contundente alegato de la Comisión Europea (CE), entidad geopolítica que ha dependido en gran medida del Kremlin para el suministro de fertilizantes a los territorios comunitarios.

Y es que, este sector es uno de los pilares de la industria química de Moscú, uno de los principales productores de estas sustancias y responsable, además, de buena parte del comercio mundial de gas natural, un componente clave en la fabricación de fertilizantes.

«Nuestro enfoque a largo plazo es tener éxito en la transición verde de nuestros sistemas alimentarios, nuestra agricultura y nuestras prácticas de fertilización. Esto no es solo por razones medioambientales o climáticas, sino también para garantizar nuestra autonomía estratégica y reducir nuestras dependencias», defendió hace unos días el comisario europeo de Agricultura, Janusz Wojciechowski.

«No podemos permitir que nuestros sistemas agroalimentarios sean rehenes de países como Rusia, que han demostrado que no se puede confiar en ellos», opinó el político durante la reunión de ministros de Agricultura de la UE celebrada en Bruselas la semana pasada y en la que se abordaron la escasez y los altos precios de los abonos, en un contexto marcado por la invasión de Ucrania.

En concreto, debatieron un documento que la Comisión presentó este mes con medidas para ayudar a los productores a hacer frente al alza de precios de los fertilizantes y tratar de reducir la dependencia de las importaciones. La comunicación enumera buenas prácticas que incluyen la posible activación de la reserva de crisis, el recurso a las ayudas de Estado o dar prioridad a los productores de fertilizantes a la hora de usar el gas en caso de una interrupción del suministro.

Asimismo, se debatió un texto español que también trata los problemas de asequibilidad y disponibilidad de estas sustancias -y que apoyaron una quincena de Estados miembros-, «un problema apremiante que debe ser abordado con firmeza y rapidez», reconoció Wojciechowski, quien constató que se atraviesa una crisis global «sin precedentes» desde los años 70, pues los productores en esta materia se encuentran entre las industrias que consumen más energía y utilizan gas natural para producir amoniaco y otros productos nitrogenados.

«Con los precios del gas al alza, el 70% de nuestras plantas de amoníaco se cerraron durante el verano. Actualmente, incluso con la reciente relajación de los precios del gas, cerca del 50% de la capacidad de producción de amoníaco permanece fuera de operación», expuso.

Asimismo, indicó que en función de los productos y su composición, los abonos son entre tres y cinco veces más caros que el promedio a largo plazo. «Tenemos indicios de que los agricultores han estado comprando menos fertilizantes de lo habitual. Por supuesto, los altos costes de la energía y los fertilizantes juegan un papel importante en el aumento de la inflación de los precios de los alimentos», expresó. En ese sentido, incidió en que los altos costes del gas natural y las materias primas afectan a la producción de fertilizantes, lo que eleva su precio que, a su vez, repercute sobre la producción de alimentos.

Estrategia a corto plazo

En esta línea, el titular español de Agricultura, Luis Planas, señaló la necesidad de reducir la dependencia del exterior y pidió a la Comisión «una verdadera estrategia integral sobre fertilizantes con medidas concretas, particularmente, en el corto plazo, para apoyar a agricultores y la industria de fabricación».

El ministro recordó el incremento del techo de ayudas de Estado para otorgar hasta 250.00 euros a las empresas del sector agrícola, si bien advirtió de que ese apoyo público «debería ser la excepción y no la norma». «Si no, están alterando las condiciones de competencia en el seno de la Unión y eso no nos parece positivo», señaló, e insistió en «explorar» soluciones a corto plazo.

Añadió que España plantea «que hay que abrir nuevos senderos en el camino hacia la autonomía alimentaria y, desde luego, la soberanía en materia de fertilizantes». En ese sentido, advirtió de que la UE no podrá garantizar su autonomía alimentaria si no se apuesta por «nueva vías de fertilización» como el uso de estiércoles y purines o cultivos con un mayor valor de nutrientes, como las leguminosas.