Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


Quien mucho abarca…

11/11/2022

Cada vez está más claro que el Estado no puede con todo lo que se empeña en manejar. La obsesión expansiva, está haciendo que queden muy pocas actividades en las que el señor Estado no meta su torpe mano. No es tanto que haya nacionalizado, de hecho, las actividades más básicas de la vida, educación, sanidad, urbanismo, ferrocarriles, líneas aéreas, gas, agua… sino que llega a los asuntos más insólitos. Hasta la forma, tamaño y dulzor de los 'bollicaos' y hasta la forma de andar para mantener la silueta…
El problema no solo es el agobio que produce a qué hora tienes que sacer el perro a pasear, por dónde y con qué arneses, sino, y esto es lo peor, que donde pone el pie el Estado, crece la inoperancia como la mala hierba, y al final acabas por no sacar al pobre chucho. Porque si tienes el arnés y bozal adecuados, la temperatura exterior no está entre los parámetros fijados por las normas de bienestar animal.
Hay funciones que, obviamente las tiene que realizar el Estado, aunque las desarrolle de forma cara y lenta. Son las actividades que justifican su propia existencia y no son fácilmente delegables: defensa, orden público, justicia… Sin embargo hay infinidad de actividades que con gestión privada son más eficientes, de más calidad y más baratas.
Lo que deberíamos preguntarnos, es si con este atosigamiento regulatorio, la sociedad disfruta de mayor bienestar, es más libre, más feliz… La respuesta está clara: no. Y eso que a los españoles nos encanta lo público, no porque sea mejor, sino porque así evitamos que alguien gane dinero con esa actividad, aunque la haga mejor y más barata. Para eso cada mañana no damos un chute de envidia. Con tal de que nadie gane, no nos importa perder todos ¡buena filosofía…!
        Estamos llegando a un nivel de inoperancia en temas básicos, verdaderamente preocupante en sanidad, administración, justicia… Queramos o no, la sanidad cada vez se mueve con más dificultades, ahí está   las listas de espera y no es solo Madrid, a quién enfoca el gobierno por intereses partidistas, ocurre en toda España. El Estado no puede con esta carga a pesar de que muchos españoles le echan una mano pagando, además de la sanidad pública obligatoria, otra privada. Si no fuera por esta ayuda que brinda la sanidad privada, la pública habría colapsado hace tiempo. Como en casi todo, la actividad privada, movida obviamente por el ánimo de lucro, es lo que hace competitiva cualquier actividad.
¿Es propio de un Estado que le ocupen a uno su casa y tarde años en recuperarla? ¿Es propio de un Estado no poder discutir realmente las decisiones de las administraciones, porque el tiempo de la reclamación la hace inútil? Realmente no vivimos en un estado de derecho, sino en el estado del "trágala".
Si el Estado redujera competencias y se dedicara a enseñar a los servidores públicos para qué están realmente en el puesto que desempeñan, que no es para mayor gloria y lucimiento del burócrata que se cree intelectual, sino para resolver problemas, algo mejor nos iría. Tendríamos contestación a nuestras necesidades en un tiempo razonable, es decir, no tendríamos que dejar en testamento la reivindicación de que nos corrija el Catastro la errónea superficie que imputa a nuestra vivienda… Porque el que mucho abarca…