Editorial

Frustración y cierto caos con la llegada de la sexta ola

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España ha llegado al final de año con la sensación de frustración y cierto caos por la irrupción de la variante ómicron. La celebración de la Nochebuena ha sido incluso más desconcertante que la del año anterior y se prevé aún más en los días señalados que quedan en el calendario navideño, que se asoman con una incidencia y una ola de contagios nunca vista. No hay persona que no conozca a un amigo, familiar, compañero del trabajo o vecino que no haya dado positivo por COVID o esté de cuarentena por contacto estrecho. Casi dos años después, todo parece volver a la casilla de salida y con el desánimo de que el esfuerzo ha sido en balde.   

Las previsiones, por otra parte, no son nada halagüeñas. En plena curva ascendente, los epidemiólogos apuntan a que lo peor está por llegar con multiplicación de positivos en las dos próximas semanas y con la amenaza de colapsar el sistema sanitario donde la Atención Primaria ya está desbordada y con los ingresos hospitalarios a la expectativa de si volverá a una situación tan extrema como hace un año. Esta es una de las primeras y más urgentes consecuencias a solucionar. Por más que los estudios apunten a que el nuevo linaje del virus deriva menos pacientes a cuidados intensivos, su facultad de contagio es tan alta que el estrés en los hospitales se parecerá a los peores momentos, por lo que habrá de nuevo que recuperar a los rastreadores, intensificar la contratación y aumentar la capacidad de camas hospitalarias.

Por otro lado, pese a que a una buena parte de los presidentes autonómicos son reacios a recuperar las restricciones, otros, en cambio, las han retomado pese a que hace tan solo unos días optaron por dejar pasar la Nochebuena. ¿Qué está ocurriendo para caer en los mismos errores dos años después? Sigue sin haber una correlación entre lo que aconsejan los técnicos y las decisiones de los políticos. Además, a esta disrupción se le añade la gran confusión en la comunicación. La ausencia de una información legible y didáctica ha generado tal desasosiego en la población que ésta se pregunta cómo se ha llegado a esta desesperación si toda la sociedad está vacunada, con parte de ella con la tercera dosis y los niños recibiendo el primer pinchazo. Ahora está por ver a aquellos que apostaron por salvar la economía, cómo se gestionan los miles de bajas por COVID que están afectando a los centros de trabajo así como a los sanitarios y arrancar un nuevo año con la incertidumbre de vivir en un país patas arriba.