Un audio refleja «la confabulación» del entorno del acusado

M.G
-

La Policía dispone de la transcripción de un audio y la acusación particular insiste en que se preparó «una coartada». Una agente de la Policía Nacional recuerda que el acusado reconoció que había propinado un puñetazo a la víctima en su declaración

Un audio refleja «la confabulación» del entorno del acusado - Foto: Yolanda Lancha

El calendario se la jugó dos veces esta mañana. Este 10 de mayo se cumplían cinco años de la muerte de Julio, una fecha caprichosa en la que también se ha celebrado el juicio en el Juzgado de lo Penal por homicidio imprudente. 

La vista comenzó pasadas las diez de la mañana. No había público, salvo la prensa y un hermano de la víctima que no figuraba como testigo. Antes de que E.S.S, el joven acusado, declarara ante el juez, el abogado de la acusación particular, el conocido Marcos García Montes, propuso incorporar como prueba una fotografía de la víctima que sacaron los familiares cuando ingresó en el hospital, entubado y con el rostro amoratado e hinchado, y el audio que grabó la sobrina del fallecido y en el «que se reconoce una confabulación del acusado y del resto», que transcribió en su momento la Policía Nacional. 

Por parte de la defensa también hubo peticiones. El abogado, José Ángel López Peces-Barba, informó que se invocarán «dilaciones indebidas» por la tardanza del procedimiento «en su momento oportuno».

Para García Montes, el audio es fundamental en este caso porque  «la familia se confabuló para preparar una coartada y es un delito de libro», explicó a la salida de los juzgados. En esta grabación «le dicen que no reconozca que ha sido él y que la madre del acusado tampoco estaba allí» a pesar de que permaneció en el bar en todo momento. 

Las primeras palabras de E.S.S fueron para declarse «inocente». Las partes preguntaron y repreguntaron para intentar esclarecer si aquel 10 de mayo de 2017 Julio recibió un puñetazo o un golpe que provocó un caida fatal por un grave traumatismo cranoencefálico o si la víctima se desplomó al suelo sin más por alguna patología. El acusado relató que acudió al local en Santa Bárbara que tenía arrendado la pareja de su madre porque la compañía eléctrica había cortado la luz por impago, posiblemente de un cliente anterior, y se acercó a llevarse la comida y otros productos que necesitan frío.

Uno de los hermanos de la víctima accedió, como el mismo relató poco después, a tirar un alargadero desde el piso de arriba, en el que vivía junto a su anciano padre y la víctima para que el bar pudiera abrir con normalidad porque ese día se disputaba un important partido de fútbol. Hasta ahí, todas las declaraciones coinciden. Según la hermana del fallecido, el inquilino del bar la llamó para localizar a Julio por este problema y ella contactó con él y también se acercó a ver lo que ocurría. 

«Entró muy nervioso, alterado y muy raro porque no quería que se pusiera la alargadera», explicó el acusado, que continuó relatando una escena «surrealista», como dijo en varias ocasiones. «Discutió conmigo, vino hacia mí, me cubrí porque quería pegarme y se cayó al suelo». Pero a las acusaciones esta versión no les convenció y siguieron indagando para que ofreciera más detalles de los hechos. «Vino hacía mí», repitió, «pero no se si le toqué o no, con los nervios...»

En ese momento, la fiscal insistió para que explicará si pegó a Julio o no, pero el joven acusado no dijo más. También el abogado de la acusación particular aprovechó para recordar que en su primera declaración a la Policía, en calidad de testigo, «terminó confesando que le había pegado un puñetazo y la Policía tuvo que suspenderla para iniciar la detención», con lo que se invalida y únicamente se dio validez a una segunda declaración que efectuó como investigado, con abogado delante. García Montes dio cuenta de ello porque la testifical de una agente de la Policía Nacional comentó en el juicio lo ocurrido y que el joven se atribuyó el puñetazo.

En el relato de los hechos, el acusado dio a entender que no tiene sentido todo lo ocurrido porque el problema de la luz estaba solucionado y aseguró que tanto él como el resto de los presentes en el bar se acercaron a socorrer a la víctima, que respiraba aunque estaba inconsciente. Y ahí, su abogado también destacó que el acusado no huyó, colaboró e intentó ayudar a la víctima. 

Su declaración no fue la única que protagonizó la vista. También ocurrió con la de otro joven cliente del bar que estuvo allí en aquellos momentos y que declaró como testigo protegido durante la vista. Este joven se estaba bebiendo una coca-cola y oyó insultos y una discusión, pero no escuchó golpes salvo el estruendo del desplome de Julio. Afirmó que declaró dos veces y la segunda a raíz de una llamada del arrendatario del local, la pareja de la madre del acusado, que le pidió «que matizara» la declaración y dijera que él no estuvo en el bar «por un tema del seguro».

El joven insistió en que hubo insultos y la víctima pidió que no le faltasen al respeto, pero únicamente vio a Julio tendido en el suelo y se fue a llamar al 112. Si bien, mantuvo en un par de ocasiones que tanto el acusado como algún familiar más se acercaron a socorrer a Julio y que poco antes la víctima entró «desencajada, como si le fuera a dar una bajada de tensión o algo».

Los tres testigos siguientes aportaron poco. El arrendatario aseguró que él no estaba allí en esos momentos y se limitó a decir que no recordaba nada a la mayoría de las preguntas de la acusación. La madre del acusado se acogió a la dispensa legal de la obligación de declarar, al igual que la pareja del procesado, y el tío del acusado apuntó que vio de pie a la víctima «en todo momento» y no hubo disputas.

La familia. El turno del hermano del fallecido fue más largo. Comentó que tanto el acusado como sus familiares «estaban muy alterados y nerviosos». Intentó solucionar lo de la luz con una colgadera y bajó corriendo al bar, instantes después de que Julio lo hiciera tras escuchar «voces y gritos». Se lo encontró «tirado» y «a cinco o seis metros» se encontraba el resto de personas «y nadie le ayudó».

El hermano cree que a la víctima «la mataron dos veces» porque si se la hubiera socorrido pronto quizá«estaría vivo». Al respecto, insistió en que «se rieron de él» porque el acusado se acercó y le echó agua encima y su tío, que decía que era ATS, aseguró «que no pasaba nada porque estaba respirando». Y poco después, el testigo vio como a su hermano se le estaba hinchando un ojo, los servicios sanitarios lo trasladaron a la UVIy dos días más tarde falleció.

Las partes. Ha habido condenas por homicidio por empujar a un señor y que se haya fracturado la nuca». Asíblo apuntó el abogado de la acusación particular, Marcos García Montes tras el juicio. Continúa sin entender los motivos por los que la Audiencia ha desestimado el delito de homicidio «si es de libro». En su opinión, «los hechos son claros» y considera injusto «que un señor por cogerle con un gramo de heroína vaya a la cárcel tres años y este señor salga absuelto».

El abogado pidió durante las conclusiones definitivas cuatro años de cárcel para el joven acusado por un delito de homicidio imprudente, aunque no está de acuerdo con la calificación. Recriminó que el procesado nunca ha pedido perdón a la familia, aunque reconoció el gesto del letrado de la defensa que sí lo hizo durante el juicio de ayer, y considera que el joven le propinó un puñetazo en el ojo que hizo a Julio caer y fracturarse el occipital. 

En este sentido, recriminó la conducta del acusado y del resto de familiares por no ayudar a la víctima, con lo que apuntó que hay que sumar un delito de omisión de socorro, y otro derivado «de la confabulación posterior» para armar la coartada. «El acusado, de forma vil, maliciosa y  miserable» se acercó, le tiró un vaso de agua y le dijo:«Vamos, coño, despierta, no seas peliculero». 

El abogado dio a entender que la acusación se podría extender a más personas. «Ya veremos si no hay un pacto de coautoría y acaba como lo de la manada, que cayeron todos».

La fiscal mantuvo una petición de tres años y tres meses y la defensa pidió  la absolución y  planteó la posibilidad de que una patología coronaria previa influyera en la muerte de la víctima.