1350 años de la coronación del rey Wamba en Toledo

José García Cano*
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El acontecimiento tuvo lugar en la iglesia pretoriense de San Pedro y San Pablo realizando la coronación el arzobispo Quirico, metropolitano de Toledo y además amigo de nuestro patrón San Ildefonso.

Ilustración del rey Wamba - Foto: La Tribuna

Hoy 19 de septiembre celebramos los 1350 años de un importante hecho histórico como fue la coronación del rey visigodo Wamba. Hay una antigua leyenda que cuenta como al recibir Wamba el óleo sagrado, se elevó una impresionante columna de humo, de la cual salió una abeja, símbolo a priori de felicidad, aunque en este caso el tiempo y los hechos demostrasen que no fue así. Este acontecimiento tuvo lugar en la iglesia pretoriense de San Pedro y San Pablo realizando la coronación el arzobispo Quirico, metropolitano de Toledo y además amigo de nuestro patrón San Ildefonso. Muy poco antes de esta coronación Wamba fue aclamado por el pueblo y por la nobleza en la localidad de Gérticos (Valladolid), lugar donde habría muerto su predecesor, es decir Recesvinto el día 1 de septiembre del 672. Nuestro rey quiso ser nombrado en Toledo para dar legitimidad al nombramiento y por ello toda la ciudad se prepararía para la citada coronación y que eligiera la iglesia pretoriense donde se habían celebrado ya varios concilios tampoco es casual, ya que sería el lugar ideal para que no solo toda la ciudad, si no toda la corte concediera a Wamba el crédito que merecía y no le acusaran de usurpador. Todos los historiadores coinciden en que el inicio del reinado de Wamba (672-680) fue el principio del fin del reino visigodo. Coincide el comienzo de su reinado con las rebeliones ocurridas en la Galia narbonense y no serían las únicas a las que tuvo hacer frente nuestro querido rey Wamba; continuas luchas internas entre nobles visigodos, enfrentamientos entre arrianos y católicos y rebeliones entre astures y vascones. A todo ello se sumó el intento de invasión de un nuevo pueblo: los árabes que realizaron algunas incursiones desde la zona de Algeciras, las cuales supieron contrarrestar tanto visigodos como hispanorromanos.  En el año 673 Wamba tuvo que acudir personalmente a la Galia y durante el verano del citado año intervenir y derrotar a los rebeldes, a los cuales castigo muy duramente. Como ejemplo lo ocurrido con el duque Paulo -uno de sus capitanes de confianza- primero afín a Wamba y luego rey autoproclamado en Gerona, el cual, al ser detenido, se le obligó a desfilar por las calles de Toledo con las tropas de Wamba, con una raspa de pescado en la cabeza y el pelo rapado. Recordemos que, aunque la pena hacia Paulo debería haber sido la de muerte, Wamba le aplicó este castigo llamado decalvación.

A raíz de lo sucedido en la Galia Wamba comprendió la necesidad de un efectivo y numeroso ejército, por lo cual redactó una ley de reclutamiento militar en la que se determinaban importantes castigos para los desertores, entre los que se incluía también a los religiosos, los cuales si no acudían a luchar serían desterrados. Destacamos la energía y vitalidad que demostró Wamba en sus viajes, incursiones y ataques, ya que para la edad que tenía cuando fue coronado, no tenía nada que envidiar a los jóvenes soldados que le acompañaban. Wamba también pasaría a la historia por su intento de retirar poder a la iglesia, lo que propició la celebración del XI Concilio de Toledo en el año 675, en el cual se procuraba combatir los pecados y los continuos abusos de los eclesiásticos, los cuales no mostraron mucho apoyo al rey visigodo ya que solamente se presentaron una parte de los obispos y clérigos de la Cartaginense y absolutamente ninguno del resto de provincias; tengamos en cuenta que una de las primeras medidas que se tomaron fufe la de prohibir a los obispos que se tomaran la justicia por su mano y que no incautaran bienes a la población sin que intervinieran los jueces respectivos.

El final del reinado de Wamba llegaría el 14 de octubre del año 680, cuando al llegar la noche, el rey cayó al suelo y los nobles y algunos visigodos, pensando que estaba ya agonizando, realizaron el ritual de la penitencia pública que los cristianos realizaban para conseguir el descanso eterno; por ello fue tonsurado, se le colocó el hábito, le afeitaron la cabeza, le vistieron como un monje y se trazó sobre su cuerpo la correspondiente cruz cristiana con ceniza. Pero como era de esperar, el rey no murió, ya que realmente estaba narcotizado, pues la causa de su desmayo había sido la ingesta de cierto bebedizo que le provocó aquel estado; el problema de fondo es que al despertar de su convalecencia ya no podía reinar, pues desde ese momento era un penitente público, es decir 'un muerto en vida', el cual no podía realizar determinadas cosas que el resto de personas que no habían recibido la extremaunción sí hacían. Desde ese momento Wamba sería sustituido por Ervigio, el cual pudo ser perfectamente uno de los culpables de aquél extraño suceso que motivó la sucesión real, junto con el obispo Julián de Toledo y otros tantos personajes poco afines a Wamba. El rey se retiraría al monasterio de Pampliega (Burgos), donde terminaría falleciendo. Tras la sucesión de Wamba por Ervigio, llegarían los últimos tres reyes godos: Egica, Witiza y Rodrigo, culminando el fin de un periodo histórico en el que Toledo fue sin duda una de las urbes con más esplendor de nuestro país.

*José García Cano es académico correspondiente en Consuegra de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo.

ARCHIVADO EN: Toledo, Gerona, Algeciras, Burgos