La huella de un provocador

J.Villahizán (SPC)
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Agitador cultural, creador brillante y abonado a la polémica, Pior Paolo Pasolini destripó la sociedad del siglo XX y convirtió su figura en su propia obra de arte

La huella de un provocador

Es difícil catalogar a Pier Paolo Pasolini (1922-1975), uno de los creadores más polifacéticos del siglo XX, poeta, dramaturgo, cineasta, músico, pintor, ensayista... y también marxista, católico, homosexual y uno de los intelectuales más irreverentes y provocadores. Pasolini fue un agitador cultural que revolucionó el pensamiento de la época y aportó una frescura a las artes que en muchas ocasiones no fue bien entendida por la sociedad del momento.

Hoy, un siglo después de su nacimiento el 5 de marzo de 1922, PPP, como le llamaban sus admiradores refiriéndose a sus iniciales, sigue dando que hablar. «Fue central para nuestra cultura, un poeta que marcó una época, un director brillante, un ensayista inagotable», destacaba el periodista y escritor Alberto Moravia, uno de sus amigos más cercanos y otro de los grandes escritores italianos de esa época ya fallecido.

Es difícil trazar una imagen coherente de un genio que fue amado y denostado por igual, que puso bajo el microscopio  los miedos y las pasiones de los italianos y que anticipó algunas de las problemáticas que están hoy en el foco social y político, como el medio ambiente o el consumismo.

Tuvo una vida que se fue convirtiendo en una obra de arte y que dedicó en gran parte a desmontar los aspectos más hipócritas de la burguesía italiana hasta que murió trágicamente a los 53 años.

Un joven prometedor

Nacido en Bologna, PPP fue un enamorado de Roma. De físico atlético, con un rostro cuadrado y mirada atenta, transmitía una imagen dura en plena contradicción con su carácter amable y modales sosegados. Muchas de sus posiciones eran extremas. Durante muchos años desconcertó a la sociedad italiana con declaraciones a menudo inaceptables para gran parte de la opinión pública. Sus juicios radicales lograron sin embargo abrirse paso a través de denuncias por difamación, acusaciones por actos obscenos o por desacato.

No cabe duda que no se trataba de una pose, Pasolini era un inconformista nato que buscaba siempre la pelea intelectual y que muchas veces se alzaba con el triunfo.

Esa rebeldía innata surgió en el italiano ya en los primeros años, incluso de muy joven.  Él no quería quedarse encasillado en lo fácil, en lo sencillo, intentaba dar un paso más en sus creaciones y buscar una reacción del público, ya fuese positiva o negativa.

Con ese espíritu decidido, consiguió comenzar a publicar sus escritos (Poemas en Casarsa) a los 19 años. Durante esa época fue cuando empezó a larvarse su carácter inconformista y transgresor.

Tras esas primeras creaciones literarias, el autor italiano sigue adentrándose en otras exitosas obras como Chicos del arroyo, Una vida violenta o La ciudad de Dios.

Una vez que hubo conquistado las letras, decide emprender un nuevo reto que siempre tuvo en mente: el cine. Después de haber trabajado en diferentes producciones y haber coescrito La dolce vita (Federico Fellini, 1960) decide probar suerte como director, y dirige en 1961 su primer filme Accattone, un drama basado en una de sus novelas neorrealista.

Este movimiento cinematográfico continúa con Mamma Roma (1962), donde explora los bajos fondos de la Italia de posguerra, con personajes atormentados y presos de sus instintos más bajos.

En 1964, Pasolini estrena una de sus cintas más aclamadas, El evangelio según san Mateo, una película que muestra una visión humanizada, dulce, solitaria y hasta existencialista de Jesucristo.

Tabúes

Después de dirigir en 1966 Pajaritos y pajarracos, una comedia repleta de ácida crítica social, comenzaría una nueva etapa fílmica en la que se basaría en tragedias clásicas para retratar la condición humana. De este período destacan Edipo Rey (1967), Teorema (1968), Pocilga (1969) -donde se atreve a explorar tabúes como el canibalismo- y Medea (1970), con María Callas como protagonista.

Tras esta etapa, el director decide tomar tres clásicos de la literatura y adaptarlos a la gran pantalla: El Decamerón (1971),  Los cuentos de Canterbury (1972) y Las mil y una noches (1974). Tres filmes donde entran en juego temas como la avaricia, el bien y el mal.

Habiendo estrenado a mediados de 1975, bajo una gran cantidad de amenazas, la adaptación de una novela del marqués de Sade bajo el título de Saló o los 120 días de Sodoma, Pasolini es asesinado el 2 de noviembre de ese mismo año y abandonado sin vida en una playa de Ostia. Un punto y final a la carrera de un artista único, quien siempre estuvo dispuesto a enfrentarse a su propia sociedad y también a él mismo.

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