Se trata de un proyecto que se aplica en Barcelona, Valencia y Toledo. Comandado por investigadores de la Universidad de Valencia, del Museo de Ciencias Naturales de Barcelona y del CSIC y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación el proyecto busca conocer el comportamiento individual de las aves en los entornos urbanos y sus conexiones con la naturaleza para determinar cuáles son sus necesidades a tener en cuenta para futuras zonas verdes en las ciudades.

En el caso de Toledo, la iniciativa consiste en la instalación de 34 comederos de cacahuetes crudos distribuidos por los principales parques de la ciudad y áreas suburbanas -en este caso, la senda ecológica- para capturar a las aves, principalmente Carbonero común o Herrerillo y así instalarlos un chip o transcoder, como los que se colocan a los perros, que facilite su rango de movimiento y comportamiento. 

De hecho, según relatan los propios investigadores los objetivos oficiales del proyecto son: «estudiar el movimiento de dispersión del Carbonero común entre la ciudad y los espacios naturales circundantes; identificar las características de los corredores que facilitan estos movimientos así como identificar a los individuos que realizan el movimiento evaluando sus características biológicas relevantes; estudiar los movimientos de estas aves dentro de la ciudad y determinar las características de las infraestructuras verdes que incrementan la conectividad entre ellas; y determinar las características de los nodos verdes que pueden afectar a la calidad de vida de las aves».