«¿Hasta dónde podremos aguantar?»

J. S. Rodríguez
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La inflación del 10,2% en el IPC afecta al bolsillo de los toledanos, que buscan alternativas y se lamentan: «¿hasta dónde llegaremos?»

La subida de los precios ha encarecido considerablemente el carro de la compra. - Foto: Yolanda Lancha

La inflación no ha frenado su ascenso desde el verano pasado. Primero vendría el cuello de botella económico tras la crisis del covid, luego irrumpiría el repunte de los precios de la luz en el verano pasado y finalmente se uniría, a esta 'fiesta del derroche', el digno heredero al trono de los precios descontrolados: la subida de precio de los combustibles.

Esta lujosa conjunción ha derivado en lo que ninguno esperaba y, sobre todo, lo que nadie había pedido: una inflación desbocada del 10,2% en el Índice de Precios al Consumo (IPC) en nuestro país.

Miles de pasillos de los supermercados de toda España escuchan los apesadumbrados suspiros de aquellas personas que, brazos en jarra, observan y sopesan los precios. Con lista en mano, comparan el precio del tetrabrik de leche, el kilo de fruta o el litro del aceite. Se preguntan: «¿Compro menos o compro más barato?». Las cabezas de los compradores echan humo con el objetivo de trazar el plan financiero que deje la cuenta bancaria en el mejor estado posible a final de mes.

A las puertas de un concurrido supermercado de Toledo, Laura, una jubilada de la capital, explica que su compra ha subido 30 euros a la semana. Productos como los huevos, el aceite y la leche hacen más cara su cesta, lo que la obliga a fijarse más en los precios y las ofertas de los distintos supermercados de la zona.

Maricruz, con la compra recién pasada por caja, comenta disgustada que el precio que acaba de pagar está en torno a los 140 euros. «Antes, por comprar exactamente los mismos productos básicos que ahora, pagaba unos 70 u 80 euros». Su solución: «procuro comprar  ofertas o envases más grandes» ya que, afirma «sale más económico y no podemos reducir la cantidad porque tenemos que comer».

Alejandro, vecino de la zona, afirma con humildad: «realmente, no me está afectando la subida de precios porque mi mujer y yo tenemos trabajo». Aún así, consciente de la situación de los precios, opina que «es desproporcionada».

Gema, indignada ante la situación, comenta que la cesta de la compra para alimentar a su familia ha subido 400 euros al mes. «El otro día nos echábamos las manos a la cabeza en otro supermercado. Vale que te suban 50 céntimos por la carne o el pescado, pero que lo suban un euro y medio o dos euros...», deja caer molesta por la situación que está viviendo el país en los últimos meses.

Ángel Carrero, un jubilado que últimamente ha decidido ponerse a comparar ofertas, opina que es exagerada la subida de los precios. «Aunque en algunos productos no es así, pero mayoritariamente el aumento de precios ha sido terrible». Ángel nota los cambios en productos generales como «la fruta fresca, las hortalizas o el aceite». Comenta que hoy en día se necesita más tiempo para buscar el mejor precio entre varios supermercados y bromea que en su situación de jubilado puede permitirse más momentos para comparar los precios e ir al más económico.

Por el momento, pocos vislumbran el final de esta asfixia a los monederos. El ambiente en nuestro país se empieza a caldear y la culpa no parece ser únicamente de las temperaturas en verano. En el supermercado, los compradores se preguntan: «¿hasta dónde llegaremos?» o, como sucede en algunos casos más complicados, «¿hasta dónde podremos aguantar?».