Puesta a punto del PSOE para las elecciones

Pilar Cernuda
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Pedro Sánchez quiere situar a los suyos en condiciones de afrontar un período complicado de citas con las urnas ante el que es indispensable acabar con las tensiones personales

El líder socialista aboga por personas con experiencia y conocidas por los ciudadanos para dejar atrás el varapalo en la andaluzas. - Foto: EFE

Pedro Sánchez tiene por delante un futuro incierto, porque tiende al color negro desde las andaluzas, uno de los varapalos electorales más serios que ha recibido el PSOE en los años de democracia, si no el mayor. 

Andalucía es -o era- un símbolo para el socialismo español; que fuera feudo progresista prácticamente garantizaba que los candidatos de Ferraz tenían al alcance de la mano la Moncloa. La mayoría absoluta de Juanma Moreno ha obligado a Sánchez a bajarse del pedestal y reflexionar sobre la situación crítica que sufre su partido. Que se debe a sus desaciertos, no a señores con puro que conspiran en los cenáculos madrileños, como él dijo. Y ha decidido remodelarlo tomando en consideración lo que hasta ahora no tenía en consideración: que es aconsejable contar con personas de experiencia que, además, sean conocidas por los ciudadanos. 

Las fórmulas aplicadas por él desde que se hizo cargo del PSOE, con una presunta renovación que consistía en llevar a Ferraz y Moncloa caras nuevas, preferiblemente jóvenes y preferentemente mujeres, no fue una buena idea.

Ha metido mano a la Ejecutiva hasta donde le han permitido los estatutos, porque hay cargos que solo pueden ser ratificados por un congreso del partido. Ha conseguido que renunciara la vicesecretaria general Adriana Lastra, controvertida en sus propias filas pero, sobre todo, que provocaba un rechazo peligrosamente generalizado entre la ciudadanía de a pie, que es la que quita y pone escaños.

El segundo paso después de la renuncia de Lastra fue llamar a dirigentes que en el pasado no formaron parte del sanchismo, aunque poco a poco fueron abrazando la causa de su secretario general y presidente del Gobierno. Entre otras razones, porque fuera de los núcleos de poder «hace mucho frío», como se dice en lenguaje político. No dudó Sánchez en tirar de Patxi López, que se enfrentó a él en las primarias, o de Pilar Alegría, a la que había incorporado previamente al Ejecutivo como ministra de Educación, aunque había sido portavoz de Susana Díaz cuando se presentó a las primarias contra Sánchez en el momento en el que decidió luchar por la secretaría general tras ser expulsado por sus compañeros de partido. Meses antes, ya había llevado a Moncloa a Óscar López y Antonio Hernando, dos de sus compañeros más íntimos cuando formaban parte los tres del gabinete de Pepe Blanco, y con los que rompió porque no le apoyaron tras su defenestración. 

El nuevo equipo

Por último, con la remodelación actual, apostó Sánchez por dar más peso del Gobierno en el partido. Desde la anterior crisis, que tuvo lugar hace exactamente un año, con los ceses de dos de las personas más influyentes de la formación y del Ejecutivo, Carmen Calvo y José Luis Ábalos, el PSOE ha vivido una época complicada. Por el declive evidente del propio presidente, agudizado tras el cambio en la presidencia del PP, que dio un vuelco a los sondeos y, en Ferraz, por las discrepancias crecientes entre Lastra y el secretario de Organización, Santos Cerdán. 

Abundando en las tensiones, aparecieron roces entre Ferraz y Moncloa por el protagonismo del ministro Félix Bolaños, a quien el presidente encargaba negociaciones claves que en buena ley tendrían que abordar Lastra o Santos Cerdán y, al mismo tiempo, se advertía que los dos nuevos portavoces del partido y del Gobierno, Felipe Sicilia y Héctor Gómez, no estaban a la altura.

Con todas esas mimbres, en las que eran muy visibles los celos y el desencanto, Sánchez quiere ahora poner a los suyos en condiciones de afrontar una complicada etapa electoral ante la que era indispensable acabar con las tensiones personales y, a la vez, contar con nombres potentes para encarar con éxito las próximas municipales, autonómicas y generales.

El objetivo es que ese equipo sea más manejable que la Ejecutiva Federal completa. Con cinco ministros que permitan la fluidez de comunicación entre Moncloa y Ferraz, y una vicesecretaria general, María Jesús Montero, que además de ser la responsable del Ministerio de Hacienda, conoce muy bien el partido desde hace años.

Las fechas

Sin embargo, no todos los miembros de ese núcleo de dirección cuentan con gran solidez política. López ha sido lendakari y presidente del Congreso, pero en ninguno de los dos cargos dejó huella. Y, en cuanto a las ministras Pilar Alegría e Isabel Rodríguez, son todavía poco conocidas aunque como portavoz y titular de Educación debían tener una gran proyección. 

Sí destaca en ese grupo de notables Miquel Iceta, de larguísima trayectoria en la política catalana, así como Félix Bolaños, el hombre para todo de Sánchez. 

El líder del PSOE ha tomado ya las decisiones que llevaba tiempo barajando, a la espera de ver qué pasaba en Andalucía. Va a dar prioridad a relanzar el partido con ese núcleo de dirección creado en Ferraz, porque el desafío que tiene en los próximos meses es que los suyos recuperen su tono y cesen las deserciones de militantes y votantes.

La incógnita se centra en la próxima convocatoria electoral y personas muy cercanas aseguran que es una determinación que Sánchez no ha tomado todavía.

La situación es difícil. El partido no se encuentra en su mejor momento y hay que estudiar muy bien cuál es la mejor ocasión para convocar las generales, ya que las autonómicas y municipales vienen reguladas y se celebrarán el próximo mes de mayo. Sánchez ha asumido ya que las dos convocatorias electorales se presentan con malas perspectivas. Así las cosas, hay que ver si adelantar las generales con escaso éxito puede provocar un resultado desastroso en las municipales y autonómicas, lo que haría peligrar la supervivencia del partido si hay pérdida del indispensable poder regional; o, por el contrario, si en estas citas con las urnas se consolida la tendencia que se dio en Andalucía, un mal resultado podría llegar a desalojar al PSOE de Moncloa, poniendo fin de esta manera a la Presidencia de Sánchez.

En política los pronósticos no sirven ni para los magos. En los últimos seis meses, el PP ha cambiado de líder y de equipo. Y el PSOE, para salir del hoyo, ha creado un núcleo de personas que se dedicarán a full time a poner el partido en primer tiempo de saludo.

Con todo, el otoño se presenta más caliente aún que este mes de julio en el que España está viviendo un infierno.