Miguel Romero

CATHEDRA LIBRE

Miguel Romero


Sanaterapia

16/01/2023

Sin duda, 'quien bien te quiere te hará cantar', podría ser ese dicho -común en muchos lugares de Latinoamérica- y que se está imponiendo en casi todo el mundo.
Los investigadores actuales lo corroboran y nos dicen que después de un ensayo se detecta un aumento de los niveles de oxitocina, que se traduce en estados conductuales y emocionales de mayor confianza, bienestar, amistad y relación entre todos los integrantes del grupo.
La 'música' es, por tanto, vital. Pero para entender cómo actúa y los efectos que produce, tenemos que ser conscientes de su origen físico y vibracional. Lo que definimos como música no es más que el resultado de una percepción cerebral a partir de la descodificación y posterior interpretación de una información nerviosa y bioeléctrica.
Aunque puedan existir patrones más o menos universales, los efectos de la música en las personas son individuales, pues vienen modulados por las características propias de cada uno. Por esta razón, cuando queremos utilizar la música como un instrumento terapéutico debe ser personalizada.
Y luego estaría el canto. La música unida al canto sería la verdadera panacea para sanar las mentes contrariadas. Las pandemias; el estrés profesional, de vida e incluso, de ocio –¡sí, amigos, porque el ocio también genera estrés¡-; los constantes cambios hormonales que padece el individuo; los malos mecanismos de fuga que utilizamos para evadir los constantes problemas; los problemas de convivencia desgastada; el machismo sin fronteras; la hipocresía de los compañeros de trabajo y la mala praxis en las amistades de ahora; y no sé cuántas cosas más que nos abordan constantemente, nos están llevando a disfunciones mentales que se agravan con actitudes desequilibrantes, búsqueda de panaceas, pastilleo abusivo, idolatría de nuestros cuerpos, servirte del engaño como mecanismo de defensa habitual, 'hablar solo por la calle', y provocar entuertos para romper lazos sentimentales de otros. Es decir, casi todos estamos 'bastante tocados en nuestra mente' y sin duda, la necesidad de los arreglos terapéuticos son fundamentales.
Por eso, la música y el canto, pueden ser los remedios para mejorar nuestros constantes desequilibrios. El canto no parece obedecer a ninguna determinación biológica. El canto parece el dibujo de la voz, el uso libre de las cámaras respiratorias y los resonadores del aparato fonador, en oposición al uso 'interesado' de nuestra fisiología para funciones básicas de respiración y comunicación. Cantar trasciende la inmediatez de la comunicación y agrega un excedente expresivo, capaz de articularse musicalmente.
Siempre lo utilizaron los chamanes y médicos de numerosas tribus humanas porque se trata de una facultad milagrosa, y por eso apacigua a las fieras, tranquiliza a los niños y sana, sí de verdad que sana, a los adultos.

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