Alejandro Bermúdez

Con los pies en el suelo

Alejandro Bermúdez


A la altura

30/12/2022

Me reconfortó el discurso del Rey. Sí. Lo oí con mucha atención e impaciencia, como cuando se va a abrir un regalo especial que se espera durante tiempo. Sinceramente no solo no me defraudó sino que quedé más que satisfecho por la oportunidad, claridad, precisión, serenidad y sentido del deber que demostró nuestro Jefe del Estado. Ya lo hizo con motivo del golpe de los separatistas catalanes y  lo ha reiterado en esta ocasión, verdaderamente grave. Está claro que su magisterio no tiene las  premuras temporales de la política. De ahí que pueda mirar bastante más lejos que los gobiernos de turno.
Seguramente la monarquía es algo poco racional en la teoría, pero en países como España, en la que somos tan dados a viajar a los extremos y olvidad la moderación, no cabe duda que funciona… y bien, y cuando una institución cumple el papel que de  ella se , es una temeridad ponerla en tela de juicio.
España está viviendo unos momentos difíciles. La irrefrenable ansia de ocupar el poder, ha llevado al PSOE a transformarse. Ha pasado de la centralidad al extremo, de querer representar a la inmensa mayoría de los españoles a echarse en manos del extremismo más radical, subyugando a la otra mitad de españoles, casualmente la más centrada, respetuosa con la Constitución vigente y laboriosa. ¿Se imaginan lo que sería sin el arbitraje de nuestro Rey? No tengo duda de que en los momentos actuales Pedro Sánchez emularía sin rubor a Maduro, Díaz Canel, López Obrador u Ortega. ¿Es exagerado lo que digo? Ya me gustaría que fuera así, pero  creo que lo ha demostrado con su intento de ocupación del Poder Judicial, intento en el que parece que sigue.
Hemos podido comprobar que ha sido el toque de atención del Rey el que ha frenado la ocupación del Tribunal Constitucional, ya que ha sido su discurso navideño, sin duda alguna, el que ha posibilitado elegir los dos miembros bloqueados de este Tribunal, que, a su vez posibilita la entrada de los otros dos cuya elección toca al gobierno, lo que a su vez lo  coloca con una mayoría del sector que se denomina 'progresista': dime de qué presumes…
Sin embargo, el peligro de involución no ha pasado. El gobierno sigue empeñado en ocupar todos los poderes del Estado sin dejar resorte alguno fuera de su control. De nada sirven las admoniciones de Europa ni la desautorización de nuestro Tribunal Constitucional a su intento de ocuparlo y además por la puerta falsa. Quiero pensar que es verdad eso de que 'los dioses ciegan a los que quieren perder' y que así será en un futuro no muy lejano. Sin embargo, van a hacer falta muchas personas que estén a la altura de su responsabilidad, porque está claro que hay otras muchas que no solo no lo están, sino que están deseando correr en apoyo de quien a día de hoy tiene la batuta del poder y por tanto de las prebendas del pesebre, en definitiva.
Sigo confiando en la madurez de la sociedad española y también en la altura de nuestra primera institución, de nuestro Rey. Por eso hoy he elegido escribirlo con mayúscula. Porque su labor, advirtiendo de la deriva que está tomando nuestra nave política, merece remarcarse con caracteres indelebles y bien visibles para nuestro timonel.