Jesús Fuentes

ÁNGULOS INVERTIDOS

Jesús Fuentes


Enfermos de indiferencia

30/12/2022

En la fila de un cajero de un centro comercial de Toledo fui testigo de un suceso que no se cómo nombrar. Una mujer, que esperaba para pagar sus mercancías, empezó a quejarse de los precios de los productos comprados. Como es frecuente en ciertos sectores echó la culpa al presidente Sánchez. Alguien le dijo que la inflación se debía a la guerra de Ucrania. También le podían haber dicho que era el resultado de la especulación de comerciantes y empresarios. Ella respondió, molesta, a mí que me importa Ucrania. Se hizo un silencio pegajoso y todos miramos los mensajes del móvil. Una manifestación de indiferencia local en un mundo de indiferencia global. No sé por qué compleja relación no pude evitar recordar una información que había leído en un diario nacional. El gobernador conservador de Texas había enviado a Washington, en medio de la gélida tormenta de nieve Elliott, un autobús de emigrantes para que los dejara delante de la casa de la vicepresidenta Kamala Harris. Esta, según cuentan, es una práctica habitual de los gobernadores conservadores de Estados Unidos. La derecha 'postrump' está incorporando a su acción política comportamientos deleznables.
El papa Francisco, en su discurso de Navidad -el único interesante de los que se han pronunciado- dijo que el mundo padecía la «enfermedad de la indiferencia». Una enfermedad que se incrusta en las sociedades como un virus silencioso y letal. Carece de tratamiento y como las enfermedades inhabilitantes lleva aparejadas consecuencias de hierro y muerte. En la Ucrania en guerra, que limita nuestra comodidad y economía cotidiana, cinco millones de personas viven sin luz, sin agua, sin calefacción en un invierno bajo cero, como son los inviernos en esas latitudes. «No nos olvidemos hoy de tantos migrantes y refugiados que llaman a nuestra puerta en busca de consuelo, calor y alimento», dijo también Francisco, mientras nos enterábamos, casi a hurtadillas, de varias pateras naufragadas y en nuestras costas aparecían cadáveres ahogados. Hace apenas dos años, cuando la pandemia de Covid asediaba a la mitad de la ciudadanía, en algunas comunidades autónomas se eligió el negocio particular en lugar de la salud colectiva, en nombre de una libertad falseada. Se trucaron listas, se ocultaron los muertos. No había que espantar a los indiferentes consumidores. Feliz año que entra.