«Yo haría milagros con el dinero de la gasolina del Falcon»

J. Monroy
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En torno a 1.600 personas son voluntarias de Cáritas en la provincia. Cada Cáritas parroquial funciona de forma autónoma pero lo tendrían mucho más difícil sin la recogida de productos del centro de distribución 'Virgen del Sagrario'

Marisa Martínez, directora del centro de distribución 'Virgen del Sagrario' de Cáritas Toledo. - Foto: David Pérez

A Cáritas le toca «responder con obras al grito de los pobres». Es la encomienda de Francisco.

Las palabras son muy fáciles, lo importante son las obras. Cáritas, que es la Iglesia, se caracteriza por una labor callada. Lo hacemos y la verdad es que muchas veces no se nos da la publicidad que mereceríamos. Pero no nos importa. Nosotros lo que queremos es ayudar, y no solo un ayuda económica o una bolsa de alimentos. Lo que nos gusta es tener contacto y cercanía con las personas. Cuando la gente acude a Cáritas espera algo más que una ayuda económica, espera un acompañamiento, se ven queridos y acompañados. Eso es muy importante.

En Cáritas Diocesana de Toledo ya llevamos varios años haciendo una serie de actividades, como el Día del Padre, el Día de la Madre o el Día de los Abuelos. Se hace un acto con todas las familias, en el que los niños le dan su regalo a su mamá o a su papá. Este año hemos estado en residencias de mayores diocesanas. Ahora estamos organizando la campaña de Navidad y de Reyes. Ellos ven que les consideramos como personas; no son números, son personas. Nos gusta conocerlos por su nombre. En eso se caracteriza la Iglesia, siguiendo lo que ha dicho el papa.

Comenzamos por el final, el final de su intervención en la Gala del XXV Aniversario de La Tribuna, donde pidió ayuda a los empresarios toledanos. ¿Cómo se están portando?

En Cáritas Diocesana de Toledo estamos muy satisfechos de la ayuda que recibimos. A 31 de octubre el balance económico que yo tenía de lo que se ha repartido desde el centro 'Virgen del Sagrario', valorando por debajo del precio de mercado, estaba en torno a los 485.000 euros, y prácticamente todo a coste cero. Aquí somos todos voluntarios, se ríen cuando yo digo que «esta es la nave pobre», porque no tenemos ni aire acondicionado, ni calefacción, ni señora de la limpieza. Pero estamos muy satisfechos, porque lo hacemos con mucho cariño. Me gusta que las empresas que colaboran con nosotros vengan aquí y lo vean. Porque cuando ven lo que hacemos tienen la tranquilidad de que todo lo que nos donan llega a las personas necesitadas u a otros colectivos. Generalmente, el 90 por ciento es para las familias. Pero tenemos donaciones muy imperantes y yo pido permiso por si podemos ayudar a los conventos de clausura, a Jesús Abandonado, al Hogar Zoe, a los Hogares de Nazaret, a Madre de la Esperanza o Santa Casilda.

Entonces, ¿no han bajado las donaciones, como a otras entidades?

Los donativos que llagan a la institución yo no los controlo. Pero las ayudas este año han subido. Quizás Cáritas somos un referente, pero gracias a Dios, o a que yo me paso la vida pidiendo, por ahora estamos satisfechos. Las donaciones en alimento o en productos de aseo y limpieza no ha habido disminución. Quizás tengo fama de pedigüeña, pero no pido para mí. Y siempre que llamo a puertas, difícilmente no me la abren. Y yo continuamente estoy llamando, porque las necesidades son muchas.  

Lo importante no es que sea poco o mucho, sino que la gente sepa que en estos momentos tenemos la obligación de ayudar, porque estamos viviendo una situación tan complicada, tan ilógica, que ya no es cuestión de ideologías, de derechas o de izquierdas, sino de sentido común. Hay cosas que estamos viviendo que no se pueden entender, cuando ves los gastos que se van a hacer en Navidad con las luces y espectáculos... Cuando lees que se van a gastar 750.000 euros en el Ayuntamiento de Toledo, o el de Vigo o el de Albacete, me decía «cuántos recibos de luz se podrían pagar con la mitad de eso, que son cosas que no son necesarias». Hay gente que para pagar el alquiler lo está pasando muy mal, o para pagar los recibos de la luz, o para los libros de los niños o para la ropa. Cada vez que veo que cogen el Falcon para ir de Madrid a Zaragoza, pienso que yo haría milagros con el dinero de esa gasolina.

¿Cómo se encuentran ahora su almacén, en comparación, por ejemplo, con cuatro años atrás?

El almacén está poco más o menos, diría quizás que más lleno. La verdad es que hay empresas muy sensibles. Tenemos donaciones mensuales, periódicas, Nutrave, Tello, Huevos Guillén, De la Viuda... Mercadona colabora muchísimo con nosotros. Yla Fundación a Compartir, que es un banco de productos, que es nuestro Ángel de la Guarda en todo lo de aseo y limpieza.

Este año, gracias a De la Viuda, vamos a poder dar turrón a más de 3.500 familias, son donaciones que nos hacen estar atendiendo a muchísimas personas y de lo contrario sería imposible. Nosotros nos movemos con donativos y con voluntariado. Y por desgracia, las instituciones públicas creo que con Cáritas son menos generosas que con otras entidades. El porqué no lo sé. Aunque en definitiva, aunque muchas veces critiquen a la Iglesia, todo el mundo acude a la Iglesia, porque saben que en Cáritas, que es la Iglesia, siempre damos respuesta de una manera o de otra, dependiendo de nuestras posibilidades, pero no dejamos a nadie sin ayuda.

Quizá sea bueno que la gente sepa cómo se distribuye después estos alimentos y otras ayudas.

Nosotros no repartimos a personas, sino a las Cáritas parroquiales. Hoy puede llegar una donación de leche y yo les informo. Cada una me dice lo que quiere, vienen y se lo llevan. Las Cáritas tienen un día al mes de reparto de alimentos. Todos los meses se entrevistan con las personas, hacen un seguimiento, las preguntan... tienen un acompañamiento a las personas. Pero nosotros ya tendemos a no dar bolsa, la caridad y la dignidad tienen que estar unidas, nada de colas y bolsas. Tenemos una red de 17 economatos. Les das un dinero virtual y ellos van con su carrito y cogen lo que quieren, pollo, huevos, congelados... porque intentamos tener de todo.

Y Cáritas llega también a lugares como la cárcel de Ocaña.

Procuramos tocar todos los colectivos, de gente no solo necesitada de alimentos, sino de compañía, de acompañamiento, de escucha, de estar allí. Eso es muy importante.

Lamentablemente, habrá más demanda.

Hay pueblos que me decían que 40 familias y ahora son 50. Hay más demanda y cada vez llegan más familias a los pueblos, también hay un problema con la ocupación, porque la Caridad debe estar organizada y los de Yuncos tienen que ir a Yuncos y los de Illescas a Illescas. Una persona te tiene que traer el empadronamiento para ver qué pueblo le da la ayuda.  Cáritas Diocesana somos un apoyo de todas las Cáritas de la provincia, que se tienen que organizar y buscar sus medios. Pero nosotros apoyamos a todos los economatos, al Albergue, al Hogar 2000, a los comedores sociales.

¿Cómo están trabajando con los ucranianos?

Con los ucranianos trabajan Accem y Cruz Roja, que es a los que el Gobierno les ha dado las subvenciones para el mantenimiento. Pero nosotros, dentro de nuestras posibilidades, ayudamos a las personas que nos llegan. Vienen familias a los roperos y en pueblos como Mocejón ayudamos a todo el que viene.

Ante esta situación, ¿cómo ha reaccionado Cáritas para buscar más ayudas?

Nos movemos, hablamos con las empresas, pedimos ayuda. Y también tenemos que entender que las empresas están teniendo una situación muy complicada. Algunas no es que no quieran, es que no pueden, están teniendo problemas. Pero hay empresas que todos todos todos los meses nos hacen donaciones. Son muchas familias, pero todo es imperante. Un grano no hace el granero, pero ayuda al compañero.

¿Qué espera de la campaña de Navidad?

Comenzamos ahora nuestra campaña de Navidad con los colegios y las empresas. Vamos a estar en Alcampo, como todos los años, y esta vez La Despensa nos ha ofrecido poder hacer campaña en todas sus tiendas de la provincia. Esta campaña luego nos da muchísimo trabajo, porque aquí tenemos que clasificarlo todo por caducidades, que es muy importante.

La Biblioteca ya la hizo el otro día. En los colegios ya han empezado. Luego llegan las campañas de los supermercados. Luego hay muchos colectivos que hacen campaña.

Esos son muchos más voluntarios de los habituales.

Colaboran con nosotros muchos colegios, hermandades y cofradías. Hay que estar haciendo turnos en los supermercados, para informar a la gente. Pero la verdad es que tenemos una gran respuesta de mucha gente. Da gusto ver a los niños, cómo colaboran en las campañas de recogidas de alimentos.

Son 17 años ya del Hogar 2000. ¿Cómo se gestó?

Como sínodo diocesano del año 2000, Francisco Álvarez, que era el arzobispo, pensó que la diócesis tenía que hacer algo que quedara marcado en el tiempo. Como en aquellas fechas el VIH era una enfermedad entre la juventud muy complicada, y había mucha gente contagiada, pensaron en hacer un centro para enfermos del Sida y que lo gestionara Cáritas. Entonces yo era la directora de Cáritas, me llamaron y dije «adelante».

Al final, el Hogar 2000 ha sido un milagro, porque íbamos llamando puertas y a pedir subvención y no nos dieron ni un euro de subvención, nada. Hablé con los frailes de Montesión y conseguí que me regalaran el suelo. Antonio Sánchez-Horneros, que era amigo mío, nos hizo el proyecto gratis. Empecé a pedir donativos. Y esta obra, que costó más de 200 millones de pesetas, se hizo todo con donativos de la comunidad católica. Es una satisfacción, porque no nos dieron ni un duro. Ahora sí, ahora tenemos un convenio con la Fundación Sociosanitaria, que nos deriva personas. Es un recurso que ahorra mucho dinero a la administración.

¿Qué le preocupa ahora en torno a sus residentes?

Ahora mismo, en el centro hay 27 plazas y solo seis o siete con VIH. El resto son enfermedades mentales. El Sida es ahora una enfermedad que se ha cronificado y que, aunque es seria y grave, no tiene la gravedad de entonces.

Hace 17 años no sabíamos qué nombre poner al recurso, y yo dije que tenía que ser como una familia y como una casa, como un hogar, «vamos a ponerle Hogar 2000 para que sea como un hogar». Allí hay gente que está encamada desde hace 14 años, hay enfermos con muchas discapacidades. Lo que no quiere nadie lo tenemos nosotros, que es lo que tenemos que hacer. He estado celebrando allí mi cumpleaños, merendando, y para mí el Hogar 2000 es como un hijo. No sabéis el cariño que me tienen y que les tengo a ellos, y los ves felices, contentos, y ya preparando la fiesta de Reyes, que escriben sus cartas. Recuerdo un hombre que estaba muy muy malito y nos contó que sus padres lo abandonaron, que nunca había tenido Reyes, y que su ilusión en la vida era tener un scalextric. Le compramos uno y llorábamos al ver su ilusión. Se murió a los dos o tres meses. Ha sido una obra que, como quería el arzobispo, está durando en el tiempo, y a nivel regional es el único recurso que hay, y a pesar de su problemática, están felices allí.

Otro recurso de Cáritas, como el Albergue de Transeúntes, está lleno y, sobre todo, con muchas mujeres.

El Albergue es un recurso que es deficitario, Cáritas tiene que poner dinero propio, que es muy necesario, porque no solo atiende a los que duermen allí, sino a los que van a comer a diario, o a los que se van a duchar o lavar la ropa. Por eso creo que las administraciones deberían ser más receptivas con lo que hace la Iglesia y los problemas que les soluciona. Si el Albergue de Cáritas se cerrara, ¿qué iban a hacer con esa gente? Lo tendrían que gestionar. ¿Y cuánto les iba a costar? Hay que ir a ver esa realidad. Hay veintitantas o treinta personas allí. Y ahora más que albergue de transeúntes, tiene personas que están cierto tiempo, hasta que les solucionas los papeles. Ya no es el clásico albergue de dos noches y tres días. Trabajas con ellos. Hay muchas instituciones trabajando en favor de los más necesitados, y no quiero dar cifras, pero yo creo que Cáritas se merecería más apoyo institucional del que tiene.

¿Cuál es el futuro de Cáritas? ¿La internacionalización, como pide el papa?

Cáritas es la Iglesia y la Iglesia es universal. Donde hay una Iglesia está Cáritas. Mucha gente me llama y me dice que el Ayuntamiento no le da nada. Yo les mando a la Iglesia, porque Cáritas es la Iglesia, aunque mucha gente no lo sabe. Internacionalizados estamos, porque la Iglesia es universal, y te puedes ir a cualquier país del mundo y donde haya un sacerdote y una capilla, por pequeñita que sea, hay una Cáritas.