El ejemplo de las prendas masculinas filipinas

Beatriz Jiménez Bermejo
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En el Museo del Ejército, debido a las campañas fuera del territorio peninsular, se cuenta con piezas pertenecientes a diferentes grupos étnicos de las zonas en donde hubo presencia española

El ejemplo de las prendas masculinas filipinas

El encuentro con la diversidad del pueblo filipino supuso un gran impacto en la concepción conservadora occidental. Esta curiosidad se tradujo en el acopio de diferentes piezas de su cultura, entre las que se encuentran las prendas que hoy les presentamos.

Se trata de un conjunto de siete blusas, originalmente denominadas de guerra, término no del todo correcto, ya que se corresponden con el atuendo de diario del hombre filipino. La posible motivación para esto podemos encontrarla en los primeros momentos de la revolución, cuando el grueso de los combatientes filipinos estaba formado por civiles que llevaban sus vestimentas locales. Desconocemos la fecha de ingreso de estas piezas o quién fue el responsable de su llegada al Museo. 

Encontramos entre ellas dos tipologías diferentes: blusas cerradas a modo de camiseta, con cuellos redondos o cuadrados, en su mayoría cerrados, pero que también pueden presentar una abertura circular en su parte central delantera, a la altura del pecho; y blusas abiertas sin botonadura. Están realizadas en tres tipos de fibras diferentes: dos parecen corresponder a tipos diferentes de algodón de los cultivados en las islas, uno de aspecto más basto que el otro; y la tercera corresponde a fibras de aspecto más leñoso, que parecen de abacá, fibra extraída de la hoja de una palmera local, muy característica de Filipinas (dependiendo de su tratamiento e hilado puede dar lugar a prendas toscas de uso diario o a haces de fibras muy finos para tejidos de prendas semitransparentes, más lujosas, de uso ceremonial fundamentalmente). La decoración de todas ellas es bordada. El material básico del bordado es el algodón, aunque también encontramos alguna pieza bordada en seda. 

Sus características nos hablan del grupo étnico al que pertenecen. Tres de ellas están realizadas con una base clara de tejido sin tinción. El color se aporta a través de la decoración, localizada en cuellos y puños y realizada en un tipo muy característico denominado punto de arroz. Parecen corresponder al grupo étnico kalinga. Otros dos ejemplares son blusas rayadas (tejido abanderado), típico de la zona de Ilocos. Son de un algodón bastante suave, con cierta transparencia y maleabilidad. Los dos últimos ejemplares nos recuerdan a las prendas ceremoniales utilizadas por los Mandayas (Davao, Mindanao), con la característica cruz del pecho, además de los colores de base utilizados, pero mucho menos recargadas en cuanto a bordados y decoraciones. La fibra utilizada en estos dos casos es más leñosa, sin torsión y resistente a la tinción. El tipo de ligamento más utilizado es el tafetán, con los haces de fibras más o menos regulares. Los tintes utilizados son de origen vegetal, destacando el índigo para los tonos oscuros (azul o negro). Para otros colores se utilizan diferentes tipos vegetales nativos: rojo, (sikarig, makupa, achuele o corteza de sapang); amarillo (turmeric o cúrcuma); marrón (katurag o talisay), etc.

Las descripciones del siglo XVI nos hablan de la desnudez en muchos grupos étnicos. En la indumentaria masculina, el taparrabos se acompañaba por este tipo de camisas como protección al sol para el trabajo en el campo. Publicaciones locales dicen que su uso fue una imposición española para ocultar su desnudez. Eran cortas para diferenciar el estatus (no se podía meter por el pantalón); realizadas en materiales endebles para no ocultar armas y sin bolsillos porque no tenían que meter por su pobreza. Pero no existe ninguna norma legal dictada por las autoridades españolas ni documento que refrende estos hechos.