Editorial

Mónica Oltra, o cuando la ejemplaridad solo se pide para los demás

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La vicepresidenta del gobierno de la comunidad valenciana, Mónica Oltra, fue el azote de dirigentes del PP afectados por casos de corrupción. Se hizo popular por lucir en el parlamento de esa región camisetas irreverentes con las que pretendía dejar en evidencia a políticos como Francisco Camps o Rita Barberá por no dimitir tras ser imputados en algún proceso judicial. Aquellas performances en el hemiciclo levantino le costaron unas cuantas expulsiones, al mismo tiempo que se catapultaba su carrera y se abría un hueco en la escena nacional. Eran años en los que exigía asumir responsabilidades políticas al margen de las que determinara la Justicia.

Ahora, todos esos discursos y esas escenas se le han vuelto en contra. Los que llevan camisetas con su cara y con mensajes reclamando su dimisión son los diputados de la oposición, que le piden que abandone el gobierno regional tras las últimas noticias en torno al escabroso asunto de los abusos sexuales a una menor tutelada por los servicios sociales de la Generalitat, en los que está implicado su exmarido. 

El jueves, el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana citaba a declarar como investigada a la vicepresidenta y consellera de Igualdad el próximo 6 de julio. El auto deja en muy mal lugar a la número 2 del Govern, y en el mismo se alude a «una serie de indicios plurales» que «hacen sospechar la posible existencia de un concierto» entre Oltra y diversos funcionarios para «proteger al educador y entonces pareja, así como la carrera política de la aforada». El TSJCV le achaca delitos de prevaricación, omisión del deber y abandono.

Tras conocerse la imputación, la líder de Compromis no se ha dado por aludida y ayer descartaba dimitir de sus cargos. En su huida hacia adelante, llegó a hablar de «cacería política» de la extrema derecha y acusó de fascista al abogado que ejerce la acusación en nombre de la menor. Al mismo tiempo, su partido se encargaba de mandar un mensaje al presidente socialista valenciano, Ximo Puig. Dirigentes de la formación nacionalista amenazaron con romper el pacto del Botànic si destituye a Oltra. 

Una vez más en política se vuelve a cumplir la máxima de la viga y la paja. En el ojo ajeno siempre es fácil encontrar la falta de ética. Los discursos ejemplarizantes solo sirven para los demás. Cuando le ha tocado hacer frente a un escándalo, Mónica Oltra ha decidido hacerse la víctima y, en lugar de asumir responsabilidades, enrocarse en el cargo y buscar amparo entre los suyos para que le recuerden al PSPV-PSOE de quién depende la estabilidad y continuidad del ejecutivo autonómico.