«Las riberas están ahí porque existe agua a su alrededor» planteó ayer Eduardo Sánchez Butragueño. Y por tanto, según sus palabras, para que haya riberas debe haber agua. Y en buen estado. Para conseguirlo, tanto la Cátedra del Tajo como la Confederación Hidrográfica del Tajo, proponen la retirada de azudes para favorecer la «conectividad longitudinal» del río, es decir, la circulación natural de su corriente. Lo que argumentaron que mejorará la calidad de su cauce. De hecho, desde la primera institución lo propusieron en un debate celebrado en el Centro Cultural de San Marcos, y desde la segunda confirmaron que ya lo están estudiando.

Concretamente, la directora de la Cátedra del Tajo, Beatriz Larraz, no propuso específicamente la retirada de los azudes, sino su permeabilidad, lo que cree que «dotaría al río de una dinámica fluvial que ahora mismo no tiene». Algo similar a lo que realizaron en el Manzanares, ejemplificó.

Ana Vicente Rangel, comisaria adjunta de Aguas de la CHT, explicó que para recuperar espacios fluviales intervienen en las masas de agua que se encuentran en peor estado. Y, en este sentido, mencionó la situación de las dos masas con las que cuenta Toledo, precisamente en mal estado, entre otros factores, «por la presencia de azudes».

Rangel ennumeró hasta seis azudes locales, de los cuales «todos tienen concesión extinta menos el del paseo del Barco Pasaje, el único que seguro que no se retirará por petición del Ayuntamiento de Toledo». Sobre los demás aseguró que están sometidos a estudio, «pero no quiere decir que se vayan a retirar todos», destacó.