Si un partido político comete muchos errores tácticos es posible que acaben convirtiéndose en un error estratégico de mayor incidencia en el planteamiento de las batallas electorales por librar. En eso también entra la rectificación de los desaciertos que no hacen sino poner de manifiesto que no se anduvo fino a la hora de elegir el campo de enfrentamiento.

El acto preparado por el PP para presentar su programa marco para las elecciones autonómicas y municipales del 28-O no ha podido resultar más fallido. En primer lugar, por la participación de una pastora evangélica que trataba de captar el voto de la comunidad hispanoamericana que puede ejercerlo en las elecciones municipales -la mayoría sigue siendo formalmente católicos- con una intervención más propia de los telepredicadores y de mítines y campañas electorales de otras latitudes en los que la presencia de los líderes y feligreses de esa confesión puede ser determinante para el resultado de las elecciones. En segundo lugar, porque el acto resulto ser una contraprogramación a la Cumbre Iberoamericana que se celebraba en la República Dominicana con presencia del rey Felipe VI y Pedro Sánchez, aderezado con unas declaraciones desafortunadas tanto del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, como de su mano derecha, Esteban Gozález Pons, sobre la pleitesía que se iba a rendir por parte del Gobierno a regímenes autócratas. Todas las declaraciones posteriores para tratar de desfacer el entuerto han resultado confusas y no han hecho sino profundizar en el error y en el desconocimiento de que uno de los fines de estas reuniones es el fortalecimiento de las democracias. Por último, si el acto estaba previsto para presentar las medidas estrellas que defenderan sus candidatos, los interesados en conocerlas no tendrán más remedio que acudir al documento de más de cien páginas en el que se exponen, dado que apenas han trascendido, aunque lo que se encontraran será un conjunto de generalidades sin apenas compromisos a los que no se le ponen las cifras o el plazo de su ejecución, siempre que las circunstancias lo permitan.

Otro tanto ocurre con la votación sobre la última reforma de las pensiones aprobada por el Congreso, que cuenta con el aval de la Comisión Europea y que son la llave para que España reciba otros 6.000 millones de euros más del Plan de Recuperación. En este caso el error táctico proviene de que Feijóo criticó el plan del ministro Escrivá ante el comisario europeo de Economía, Paolo Gentiloni, que le recomendó que hiciera "una oposición constructiva", porque dijo preferir la reforma de las pensiones aprobada en Francia por Emmanuel Macron que tiene las calles del país vecino incendiadas, y lo que es más grave, se desconoce cual es la alternativa que propone el PP, más allá de la derogación de la norma actual, y si su oferta supondrá acabar con la revalorización de las jubilaciones con arreglo al IPC y volver al sistema aprobado por el Gobierno de Mariano Rajoy.

Estas polémicas han servido para hacer olvidar si la decisión de Feijóo de ordenar la abstención en la moción de censura de Vox contra Pedro Sánchez fue acertada o ha supuesto un nuevo error táctico. Los votantes del PP consideran que fue la actitud idónea para no beneficiar a sus competidores por la derecha y por la izquierda. La forma vertiginosa en la que se mueve la política nacional hace que aciertos y errores tengan una vida muy corta, y la consecuencia es que el ánimo en el seno de los partidos es muy cambiante.