Manuel López-Pintado y Almonacid es de esos personajes de novela de aventuras que, si hubiera nacido en Inglaterra, pongo por caso, tendría un par de películas con sus peripecias. Nacido en Tembleque en 1677 en una familia humilde, fue un hombre espabilado con una mixtura de aventurero, marino, soldado y negociante capaz de alcanzar las más altas cotas de poder económico y social.
Se trasladó a Madrid muy joven y allí empezó a tratar con mercancías llegadas de América que luego distribuía por la Península. El primer pelotazo lo pegó cuando Sebastián de Talledo, en 1704, le otorgó el privilegio de 'maestre de plata', encargado de la recepción, conducción y entrega de la plata que desde América se enviaba a España, lo que le permitió embarcar en la capitana de la flota dirigida por Diego Fernández de Santillán, en 1705, por primera vez. Desde esa fecha ya comerció asiduamente con las Indias como maestre, cargador y fiador de dueños de navíos y colocó a sus parientes en puestos estratégicos en diferentes puertos de América organizando una sólida red comercial.
En 1710 ya era un hombre muy rico, se establece en Sevilla y allí se casa con Inés Solano León, que no aporta dote, mientras que él la hace de 10.000 pesos de plata, una buena suma. En Sevilla consiguió ser primer diputado de las reales flotas y más tarde almirante de la Flota de Indias, donde siguió incrementando su patrimonio, que fue invirtiendo en fincas y propiedades por toda la provincia de Sevilla y numerosas casas y palacios en la propia ciudad, donde se construiría el gran palacio de Villapanés que nos da, aun hoy día, una idea de su poder económico.  
No contento con todo eso, compró una flota de barcos propios y siguió comerciando con las Indias en numerosos viajes como comandante de galeones y como jefe de la Escuadra de Nueva España, en la que ya ostenta el título de mariscal de campo de los Reales Ejércitos.
El rey Felipe V le otorgó numerosos nombramientos y honores: el hábito de la Orden de Santiago, almirante real de la Armada del Mar Océano, veinticuatro de Sevilla, familiar del Santo Oficio de la Inquisición de Sevilla y por último, en 1737, el marquesado de Torre Blanca de Aljarafe con el vizcondado de Cabrera.