Francisco Javier Díaz Revorio

El Miradero

Francisco Javier Díaz Revorio


Los animales ante la ley

17/02/2023

Ya he escrito alguna vez sobre los llamados 'derechos de los animales', y sin repetirme mucho puedo decir que, si consideramos que los 'derechos' son una creación humana, podemos otorgárselos a quien queramos, pero es evidente que cuando hablamos de los derechos de los animales no aludimos a lo mismo que cuando nos referimos a derechos humanos. Los animales no tendrían derecho a la libertad de expresión, la libertad religiosa o a la huelga, por decir algo, y ni siquiera estrictamente a la vida, pero sí a la protección. Los derechos humanos derivan de la dignidad, lo que implica el mandato de no instrumentalización, es decir, en el sentido kantiano, de considerar a una persona siempre un fin en sí mismo y nunca un medio. Mientras que los animales serían protegidos bajo una pauta de evitar cualquier daño innecesario, gratuito o desproporcionado, pero todos sabemos que en ocasiones puede ser necesario incluso su sacrificio. Entendiendo bien las cosas, desde luego nadie podrá encontrar ni una sola línea que yo pueda escribir en contra de esta idea de la protección, e incluso del bienestar animal, y creo que el mandato al que me he referido debería admitir una cierta aplicación general.
En el caso de los llamados 'animales de compañía', la relación con el ser humano es particularmente intensa, y también puede llegarse a un nivel de exigencia mayor, ya que sin llegar a ser humanos, no deberían ser instrumentalizados más allá de lo que, entre animales y humanos o incluso entre humanos, pueda tener de 'instrumentalización' esa comprensible búsqueda de compañía y cariño, casi siempre más incondicional en los animales de compañía que en los humanos. Quienes hemos trabajado en la educación de un perro sabemos que en su comportamiento hay un origen 'interesado', en la medida en que responden y aprenden conductas en espera de una recompensa, aunque esta pueda ser finalmente la caricia o el gesto de cariño del amo, y esto es algo más de lo que podemos decir de algunos humanos. Así que solo puedo estar a favor de que la normativa, incluyendo la nueva ley que ahora está a punto de aprobarse, prohíba el abandono y el maltrato de los animales de compañía, y sancione las conductas que claramente supongan un comportamiento de este tipo. A partir de ahí… hay una serie de requisitos no siempre muy necesarios, de condiciones y obligaciones para criadores y propietarios a veces cuestionables, y de incomprensible aversión al comercio, difícil de justificar. A un animal no le importa si tú pagaste por él, ni que le dejes en uno u otro lugar de la casa (siempre que sea en condiciones de bienestar), sino que le trates con cariño.