La batalla más decisiva

M.R.Y (SPC)
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Macron y Le Pen se miden en unas elecciones más igualadas que nunca en las que el voto de la izquierda y la abstención tendrán la última palabra

Los dos candidatos durante su último debate televisado - Foto: POOL New

Como si de un déjà vu se tratase, Francia vuelve, cinco años después, a tener en Emmanuel Macron y Marine Le Pen las dos alternativas para presidir el país. Sin embargo, a diferencia de las elecciones de 2017, son muchas las cosas que han cambiado en el Estado galo y, sobre todo, en sus candidatos a vivir en el Palacio del Elíseo. Hace un lustro, cuando el liberal se enfrentó a la ultraderechista por primera vez, pulverizó en las urnas a su contrincante -logró un 66,10 por ciento de los votos-. Entonces, con aire fresco y recién salido del Gobierno socialista de François Hollande, se puso al frente del movimiento político En Marcha! para erigirse en el candidato de los descontentos con los votantes de los partidos tradicionales de izquierda y derecha, que desde entonces se han desinflado. Enfrente, Le Pen, que mantenía el encendido discurso ultraderechista heredado de su padre, fundador del Frente Nacional, que se convirtió en la apuesta de los más indignados, pero que, a la hora de la verdad, vio frustrado su sueño por una joven promesa, ahora más veterana, ante la que se volverá a jugar la Presidencia.

La batalla por el Elíseo es también una pugna por firmar un capítulo en la Historia del país. Macron busca hacerlo nuevamente -con 39 años, se convirtió en 2017 en el presidente más joven, solo por detrás de Napoléon- y ser el primer político en revalidar el cargo de las últimas dos décadas. Le Pen pretende salir de su tercer intento en unos comicios de este tipo como la primera mujer en ocupar la Jefatura del Estado. Y esa pugna se antoja más igualada que hace cinco años.

En este tiempo, han cambiado bastantes cosas. Sin ir más lejos, el nombre de los partidos con los que se presentan los contendientes. El movimiento En Marcha! ha pasado a llamarse La República en Marcha y aglutina a muchos más seguidores que cuando comenzó su andadura y es ahora la máxima fuerza del Parlamento y también cuenta con Gobiernos locales y regionales. El extremista Frente Nacional, por su lado, vivió una reconversión en 2018 con el fin de desvincularse de la radicalidad de su fundador y comenzó un proceso de desmonización bajo su nueva denominación, Agrupación Nacional. 

Después de una primera vuelta, celebrada el pasado 10 de abril, en la que el aspirante a la reelección obtuvo el 27,84 por ciento de los votos, frente al 23,15 por ciento de Le Pen, Macron quiere revalidar el frente republicano -una alianza de partidos contra la ultraderecha que le llevó a la victoria en 2017-. Sin embargo, en esta ocasión, no está tan claro el cordón sanitario impuesto a Le Pen hace cinco años. Y no lo está porque, en este lustro, han subido significativamente los radicalismos -tanto a derecha e izquierda- y buena parte del electorado progresista está en contra de la orientación política, económica y social que ha dado el mandatario a su legislatura, considerando, incluso, mejor opción abstenerse antes que votar «al presidente de las élites», desgastado durante estos años por las protestas sociales contra sus reformas.

También juega a favor de la ultraderechista la moderación en su discurso, más social y menos eurófobo -atrás parecen haber quedado los planes de sacar a Francia de la UE o de implantar una doble divisa, como propuso en 2017-, aunque su discurso racista y homófobo continúa siendo su principal escollo entre los más moderados.

La clave de estas elecciones estará en hacerse con el favor del voto de izquierda, que nuevamente ha fracasado en la primera ronda electoral, y también en movilizar a los abstencionistas, cada vez más en un país que no encuentra un referente entre su clase política. 

Aunque los partidos tradicionales -socialistas y conservadores- ya han pedido a sus votantes que opten por Macron para evitar males mayores, se estima que casi un 20 por ciento de esos electores puedan finalmente decantarse por la extremista, que también se beneficiaría del apoyo de los seguidores del radical Éric Zemmour, cuarto de la primera vuelta.

Pero todo parece estar en manos de un tercero en discordia: el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, de Francia Insumisa, que quedó justo por detrás de Le Pen en la primera vuelta, con un 22,2 por ciento de los votos, tiene la llave del Elíseo. Se estima que el 40 por ciento de quienes le apoyaron el día 10 se decantarán por Macron, mientras que el 25 votará a Le Pen y el 35 por ciento restante se abstendrá. Es en este sector en el que los dos candidatos tendrán que pescar, en aguas revueltas, para conseguir firmar ese nuevo capítulo con la Historia que se escribirá a partir del próximo domingo.