Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


El Mercado Único Europeo cumple 30 años

02/02/2023

Avanza 2023 y celebramos que cumpla 30 años uno de los grandes logros del proyecto de integración europea: el Mercado Único Europeo, tras la firma del Tratado de Maastricht en 1992.
Desde el establecimiento en 1993 de este espacio europeo de libre circulación de personas, bienes, servicios y capitales, su progreso es evidente y notable. Para ello, se han ido adoptando reglas comunes europeas en muchos ámbitos, no en todos, para garantizar los intercambios extra e intracomunitarios acordados, mediante la publicación de numerosas disposiciones normativas que obligan a los Estados miembros. Todas ellas inspiradas en la base del mercado interior: el principio del reconocimiento mutuo, por el que los países aceptan las reglas y normas técnicas de los demás y las validan como propias.
Avalan su crecimiento y su éxito como actor económico en el mundo, datos incuestionables. Si en su inicio lo conformaban 12 países, ahora forman parte los 27 países miembros de la UE y, con acuerdos de comercio preferentes, Islandia, Liechtenstein, Noruega y Suiza, beneficiando con más opciones de productos y servicios a 440 millones de ciudadanos. Ayuda a 24 millones de empresas que tienen residenciada su actividad en la UE, facilitándoles la contratación pública abierta y la búsqueda de socios, proveedores y clientes. Así como a 17 millones de europeos que viven o trabajan en un país de la UE distinto al suyo, al estar las cualificaciones profesionales reconocidas. De esta manera, si en 1993 se cifraron los intercambios intracomunitarios en 671 mil millones de euros, en 2022 ha alcanzado los 3428 mil millones de euros, casi el 9% del PIB de la UE.
Aunque los avances conseguidos y el beneficio que ha reportado a la UE el Mercado Único Europeo, al situarla entre las grandes áreas económicas del mundo con un 15% del comercio global, sean admitidos por todos, el proyecto de integración no está ni mucho menos cerrado y es necesario avanzar para vencer sus debilidades.
Entre ellas, el desequilibrio que existe en la integración de los intercambios de bienes frente al de servicios, fundamentalmente en los extracomunitarios. Es mucho más sencillo normalizar mercancías que servicios en los que intervienen otros elementos  -como la menor inversión en innovación, tecnología o digitalización- que pueden ser obstáculos para un mercado único plenamente operativo. Algo que ha puesto de manifiesto las recientes crisis mundiales, para las que buscamos soluciones, que nos también nos revelan como el mercado único debe desempeñar un papel conductor de la resiliencia y la transformación europea.
Un buen ejemplo, en relación con la transición energética de la UE, es la diferencia entre su gran capacidad de generación de energía eólica y su gran dependencia estratégica para generar energía solar. La producción de paneles solares, baterías y semiconductores está concentrada en China y la UE no solo carece de capacidad estratégica de producción, sino que, además, prácticamente todas las importaciones llegan solo a dos países: Alemania y Países Bajos.
 

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