Las últimas lluvias pueden complicar a los alérgicos

J. Monroy
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La falta de lluvias de los primeros meses del año ha dejado un récord de pólenes de cipreses y arizónicas en suspensión, y ahora existe la incógnita de cómo se desarrollarán las gramíneas con las últimas lluvias

Tras el peor invierno, primavera suave para los alérgicos - Foto: Yolanda Lancha

Que nunca llueve a gusto de todos lo saben muy bien los agricultores, pero también los alérgicos. Un invierno tan seco como este ha traído los peores datos en cuanto a cantidades de pólenes en los meses de invierno, pero eso invitaba a pensar que la primavera puede ser amable para los alérgicos, con menores niveles de polen de gramíneas que en años anteriores.

El responsable de la Unidad de Aerobiología del servicio de Alergología del Complejo Hospitalario de Toledo, Ángel Moral, también presidente del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, explicaba hace días que este invierno ha sido el peor en cuanto a cantidad de polen de cipreses y arizónicas desde que se hace medición en Toledo, en 1994. Pero quizás las malas noticias solo lleguen hasta aquí, porque la primavera pintaba mejor con ese clima seco, que se ha roto en las últimas semanas.

Recuerda Moral que los pacientes alérgicos a pólenes en Toledo pueden tener síntomas en diferentes épocas del año. En los meses de invierno dan problemas los pólenes de cipreses y arizónicas. A finales de marzo y principios de abril, llega el plátano de sombra. Y cuando la primavera se afianza, llegan el olivo y las gramíneas, hasta mayo y junio.

La climatología de este año está influyendo mucho en la cantidad de polen de cada una de estas especies. La falta de lluvias de este invierno ha hecho que las concentraciones procedentes de cupresáceos hayan sido altísimas. La ausencia de precipitaciones facilita que los pólenes sigan vagando por la atmósfera, lo que agrava los síntomas de los pacientes. Antes incluso de que termine la temporada de cipreses y arizónicas, ya se ha contabilizado una cifra récord. El hospital Virgen del Valle recoge muestras de estos pólenes desde primeros de octubre a primeros de abril. Hasta ahora, el récord estaba en el año 2014, en el que se registraron 33.100 granos. En 2019 fueron 32.500. Y este año, a principios de marzo ya han sido 35.000 granos, una cifra récord, a falta de un mes todavía.

Además, apunta Moral, lo peor es que este invierno ya se han registrado cinco días en los que se han superado los 1.500 granos por metro cúbico de aire, lo que es mucho, teniendo en cuenta que por encima de 135 los pacientes alérgicos al ciprés ya tienen síntomas. Eso sí, al menos no se ha alcanzado el récord en un solo día, que se produjo el 26 de enero de 2014, cuando se alcanzaron los 3.730 en un día de intenso viento.

Habrán tenido todavía más síntomas las personas alérgicas que vivan en urbanizaciones con muchos cipreses y arizónicas plantadas, apunta Moral, porque normalmente cada persona tiene alergia a las plantas de las zonas donde habitan, del ambiente cercano y su vegetación. En estos días, y más después de las lluvias, está bajando el polen de ciprés, y va a comenzar a flotar en el ambiente el del plátano de sombra.

Dentro de unos meses, apunta Moral, precisamente la falta de lluvias de diciembre, enero y febrero va a ser muy beneficiosa a medio plazo, para los alérgicos a las gramíneas. Porque la cantidad de esos pólenes en primavera está directamente relacionada con las lluvias del invierno. Este año, las gramíneas se van a desarrollar menos de lo habitual, con lo que, a expensas de que llueva muchísimo en marzo, como así está sucediendo, todo hacía suponer que los alérgicos a estas plantas van a tener una primavera mucho más tranquila. Ahora habrá que verlo. Eso sí, para el plátano de sombra y el olivo no afectan tanto las lluvias, porque los árboles son mucho más resistentes.

Lo que los alergólogos están detectando, explica Moral es que con el cambio climático cada vez hay polen, en general. Se adelantan en el tiempo y cada vez son más agresivos, por el efecto de la contaminación, por lo que cada vez hay más personas alérgicas.

 

Gracias a las mascarillas. En este invierno tan malo, no obstante, algunos alérgicos pueden haber notado que sus síntomas han sido incluso menores que en ocasiones anteriores. Quizás tengan que darle las gracias a las mascarillas. Las mascarillas, apunta Moral, no solo evitan el paso del coronavirus, sino también con más motivo de los pólenes, que son cien veces mayores.

El experto reconoce que «este año, con los niveles de pólenes de cupresáceas que hemos tenido, se han beneficiado muchísimo los alérgicos de la obligación de llevar mascarilla en exteriores, y cuando ahora se la quiten, lo van a notar». De ahí su consejo de que las personas con alergia sigan llevando mascarilla, por lo menos durante los días de viento. Ya desde hace años los alergólogos lo venían recomendando, y quizás ahora la población esté más concienciada.

La mejora se ha notado, sobre todo, en los síntomas de nariz y bronquios. Los alérgicos han tenido menos estornudos, menos picor de nariz y menos problemas de asma. Pero a nivel ocular, han continuado los problemas, porque la mascarilla no tapa los ojos. Para eso están, no obstante, las gafas.

De cara a esta primavera, el alergólogo recomienda a sus pacientes que estén atentos a la web www.polenes.com, para saber las condiciones de la ciudad en la que viven. También estará bien que la consulten cuando salgan de viaje, para prevenir síntomas.