Alejandro Dorado, un profeta en el Cafetín

M.G
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El actor toledano Alejandro Dorado se encargó ayer de inaugurar el Cafetín del Rojas con su monólogo 'La voz hermana'. Se lo ofreció directamente el director del teatro

Alejandro Dorado estrena con el monólogo 'La Voz Hermana' el Cafetín del Rojas. - Foto: David Pérez

Alejandro Dorado estaba ayer muy contento, pero también inquieto y pendiente de que no fallara nada. El actor toledano tenía «una gran responsabilidad» porque representar el monólogo ‘La voz hermana’ inaugurando al mismo tiempo el Cafetín del Rojas, una nueva sala versátil y pensada para obras independientes y de pequeño formato, era un reto más allá de lo escénico.

El teléfono le sonó hace tiempo. El director del Teatro de Rojas, Paco Plaza, le llamó un buen día para proponerle que participara en la programación de otoño y Alejandro no lo dudó. Pero hubo otra llamada más de Plaza para decirle que quería que fuese él con su monólogo el encargado de encender las luces por primera vez del Cafetín tras su reforma y que el público pudiera disfrutar de su trabajo de manera «más íntima», ya que el espacio es más reducido y con menor aforo que el teatro en sí. Y el actor tampoco lo dudó, no podía perderse ser profeta en su tierra.

Alejandro tendrá un récord imposible de batir porque será el primer actor toledano que habrá tenido el privilegio de actuar en los dos espacios escénicos que ofrece el Rojas, ya que también ha levantado el telón del teatro en otras ocasiones.  Pero quizá lo que más le llame la atención sea estrenar el cafetín con una obra tan arriesgada como ‘La voz hermana’, que lleva tres años en las tablas,  y tranformarse una vez más en Natalia, la protagonista de su monólogo, una mujer transexual que nació hombre, que relata los impedimientos que tiene y aborda la problemática en su entorno cercano.

«Se cuenta desde los años 80 y es muy bonito ver como Natalia va reafirmándose como mujer a lo largo del monólogo». Un texto que también saca a la luz el machismo y las dificultades añadidas de una sociedad patriarcal». Ayer no se estrelló una botella de champán por el estreno, pero los aplausos fueron un regalo muy especial.