Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Cartel de toros en ‘Revolución’

18/01/2023

El escritor Arturo Pérez-Reverte, en muchas de sus novelas, hace algún guiño a Talavera de la Reina. En la última, 'Revolución', lo tiene al sentar a dos de sus personajes, el ingeniero de minas Martín Garret y el revolucionario Pancho Villa, a charlar en un rincón del Salón Madrid, una cantina en México DF por la Plaza de Santo Domingo y describe como 'Sobre sus cabezas había un cartel taurino español: Talavera de la Reina, 29 de septiembre de 1890, Fernando el Gallo y Antonio Jarana'. Don Arturo, siempre tan exhaustivo en la documentación histórica de sus escritos, se refiere, en efecto, a la corrida que sirvió para reinaugurar la antiquísima plaza de la ciudad después de las obras que se llevaron a cabo entre los años 1889 y 1890 en los que se remodeló de arriba a abajo, incluidos los corrales, pero fundamentalmente consolidando y ampliando el piso destinado a tendidos y añadiendo otro más en la sombra para los palcos. Tuvo lugar esa reinauguración el 29 de septiembre de 1890, fiesta de san Pedro, con un mano a mano entre Fernando Gómez, el Gallo y Antonio Arana Carmona, Jarana, con seis toros de la ganadería de Enrique Salamanca. Se da la trágica circunstancia que Fernando Gómez, 'el Gallo', es el padre de Joselito, que moriría en esa misma plaza treinta años después, el 16 de mayo de 1920 y que mencionó aquella efeméride en el brindis de su primer toro: «Brindo por el presidente, por su distinguido acompañamiento y por el pueblo de Talavera, adonde tenía muchas ganas de torear, porque esta plaza la inauguró mi padre, por cuya memoria brindo también».
Otra anécdota de esa corrida, de la que cita el cartel Arturo Pérez-Reverte, es que Antonio, el 'Jarana', aún no había tomado la alternativa como matador de toros, estaba alistado como subalterno en la cuadrilla de Fernando, el Gallo y éste le daba la oportunidad de matar algún toro de vez en cuando, es el caso de esa corrida de Talavera, ya que la alternativa la tomaría poco tiempo después en Sevilla, concretamente el 2 de octubre de 1890, de la mano del propio Fernando Gómez, el Gallo y la confirmaría en Madrid, el 26 de ese mismo mes, con Luis Mazzantini, el antiguo jefe de estación de ferrocarril del cercano pueblo de Santa Olalla.