Jesús Morales

Nada particular

Jesús Morales


Viejo gruñón

06/09/2022

Este verano más largo que un día sin pan, infernal y seco como un polvorón tres meses después de navidades, me ha servido para pensar que me estoy convirtiendo en un viejo gruñón, en realidad esto de que me estoy convirtiendo no deja de ser una nota ciertamente optimista porque la realidad es que ya estoy convertido completamente; bueno quizá por la edad no soy propiamente lo que se entiendo por viejo, por más que en años me encuentre más cerca de la tercera edad que de los tumultuosos tiempos de la adolescencia; de lo que no hay la menor duda es de lo de gruñón, siempre he tendido a la protesta y el paso del tiempo no es que me vaya suavizando la tendencia precisamente.
Todo esto lo  escribo por algo que me ocurrió unos días pasados, de estos de flama y sudor a mares; iba yo por la acera de la antigua N-V, justo al lado de una popular clínica, cuando salió de la esquina un chaval montado en una bici con un pasajero, una chica que supongo sería su hermana; pasó tan cerca a mi lado que me rozó, Sin gritos, únicamente con el volumen de voz necesario le dije «multa, multa». El chico paró y no dijo nada aunque la joven que iba de paquete sí empezó a relatar esto o aquello, no sé, no la escuché, ya se sabe lo imposibilitada que está hoy alguna gente para aceptar algún reproche por mal comportamiento tenga razón o no. Lo más divertido es que en segundos apareció una señora, seguramente madre o lo que fuera de los jóvenes con muy malos modos  preguntando ¿Qué pasa aquí, qué pasa aquí? Nada, dije, que estos chicos han estado a punto de atropellarme en plena acera;  no será para tanto, dijo ella, a lo mejor ha visto usted unos anuncios recientes de la DGT, que dicen claramente que las aceras son para los peatones, ni para patines ni para bicicletas; la mujer que -otro mal de la sociedad actual- no quería dar su brazo a torcer me contestó: tampoco he visto ninguna señal que diga que no se puede ir por las aceras con bicicleta. Comprenderán que ante lo rotundo de semejante argumento, desarmado y sin posible respuesta me fuera alejando de aquel lugar en el que momentos antes un chaval estuvo a punto de hacerme algún descalabro con su bicicleta.
Lo reconozco, se ve que ya soy un gruñón de los de libro y que bastantes cosas de esta sociedad ni las entiendo ni me gustan, como Pedro Sánchez, la Oposición, la tarifa eléctrica, Tita Élez, Page, Putin el asesino, o los programas de Televisión en general. Serán cosas de la edad, de la edad madura quiero decir y es que no todos somos como esa gente que con setenta y cinco años dicen que aunque tienen los años que tienen, se sienten jóvenes de mente y en realidad su edad roza los dieciocho años.
Yo no.

«Siempre he tendido a la protesta y el paso del tiempo no es que me vaya suavizando la tendencia precisamente»