Aumenta la desesperación entre los vecinos de Río Yedra

J. Monroy
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La Plataforma por una Vivienda Digna vuelve a reclamar soluciones de índole social, estructural y económico al Gobierno regional

Aumenta la desesperación entre los vecinos de Río Yedra - Foto: David Pérez

«Tristeza, desesperación, la gente está cayendo en una depresión, porque estamos en un vacío legal en el que nadie nos escucha, ya no sabemos si gritar por las ventanas a ver si alguien nos presta un poquito de atención». Así describe la situación en las 148 Viviendas de Río Yedra 8 Fátima Espinosa, vecina que en los momentos de más frío de este invierno ha estado quince días sin luz. Y «allí nadie ha venido a solventar mi situación, nadie, he movido cielo y tierra para que me dieran la luz, a una persona propietaria con un niño enfermo, a punto de que lo operen, que se queda sin luz sin un motivo aparente». Lo último en Río Yedra no son buenas noticias, son quince días sin ascensor, con personas con discapacidad que no pueden bajar a la calle, «y se ha caído una persona mayor por las escaleras, porque tampoco hay luz en los portales. Iba al médico y se dio un golpe en las escaleras, en un tercero».

Pero más allá, a los residentes en esta promoción de la Junta les da miedo «que salte la caldera, que salten los cuadros de luz; porque hay veces que huele a quemado; o que estalle una tubería y nos pille de noche o se nos caiga el edificio encima». Este es el día a día, se lamenta Espinosa, «y todos se lavan las manos». Hay hasta plagas, denuncia, «y está cayendo la gente enferma». No es solo que «las casas se están hundiendo y los cuartos de baño se están cayendo, las tuberías se están cayendo y ayer mismo había agua en los pasillos». Hay problemas más graves, los sanitarios, «lo hueles, lo palmas, nos hemos enterrado en vida en casa, no puedes salir, con ventanas cerradas porque si las abres, si no te entra un bicho, te entra otro». Hay agujeros en las paredes de pladur y mucho frío. En definitiva, «si hay agua caliente, es que no hay calefacción; si hay calefacción, no hay luces; y si hay luces, no hay ascensor, con personas mayores que llevan toda la vida trabajando, los han engañado con un contacto y se están muriendo en vida allí, no pueden salir, ni bajar escaleras. Somos personas y nos vamos a morir allí, o cae el edificio, porque se nos está hundiendo, es literal y puede verlo cualquier perito; o se van a encontrar allí a alguien muerto por la misma tristeza».

Fátima Espinosa entró a vivir en las 148 Viviendas de Río Yedra 8 en 2015 «en unas condiciones que nunca se cumplieron». En el primer pago le llegó el triple de lo que le dijeron y a los dos meses ya se cayó el cuarto de baño y la puerta de la cocina. Desde entonces, le han llegado a decir que no se queje por su situación, porque tiene casa y allí nadie va a pagar. Ahora reitera una y otra vez «una solución», porque «queremos pagar, nadie se ha negado a pagar, pero que cumplan lo que se firmó, que nunca han cumplido».

Propuestas vecinales. Los vecinos claman, por lo tanto, por una solución, y cuentan con el apoyo de la Plataforma por una Vivienda Digna en Toledo, que ha vuelto este martes por la mañana a las puertas del palacio de Fuensalida, sede del Gobierno regional, para presentar un nuevo escrito reivindicando una solución para las 148 Viviendas de Río Yedra. Lo ha hecho después de recibir una contestación al primer escrito presentado en diciembre. «Y seguimos igual de desesperados», apunta José Luis Calvo, presidente de la Federación Vecinal y portavoz de la Plataforma. Si ellos en diciembre presentaron una propuesta para comenzar a negociar, con asuntos como los servicios sociales, el mantenimiento, los ocupas, los alquileres o la deuda, solo han recibido un informe de gastos de 600.000 euros, «que no han servido absolutamente para nada».

«La contestación nos parece bastante superflua, en el aspecto de que no da una solución integral, solo parchea, lo que han venido haciendo todo este tiempo, lo único que significa es meter dinero en una caja sin fondo, entendemos que así no vamos a ningún lado», apuntó Calvo. Más allá del gasto, explicó, la Junta hace referencia a que la Ley de Vivienda sigue parada, «pero entendemos que la comunidad tiene entidad propia suficiente para tirar adelante y luego, si hay que hacer algún ajuste, que lo haga, como ocurre con cualquier otra ley». A su juicio, no hay excusas, «necesitamos ya una política de vivienda».

Pone ejemplos, como la intervención sociosanitaria, «con programas que cuando han empezado prácticamente estaban al borde de acabar». Empiezan en septiembre, para acabar el 31 de diciembre, «intervenciones de tres meses, que son tirar el dinero». Los vecinos entienden que la Junta tiene suficiente vivienda social en Toledo como para crear un equipo permanente, y así cumplir la ley regional que recoge la necesidad de aumentar los trabajadores y educadores sociales.

Más allá, Calvo recuerda que Gicaman es el propietario del inmueble, «y cuando tú alquilas un inmueble, el responsable de que esté en condiciones de habitabilidad es el propietario, Gicaman tiene que arreglarlo sí o sí».

Fernando Navarro concluyó desde Facua que Fátima es un vivo ejemplo de la desesperación de los vecinos, cuando la Plataforma ha presentado propuestas integrales, sobre todo, de cara a la gente más desfavorecida, «pero aquí se mira para otro lado, hay que entender la angustia y la desesperación de la gente que vive allí a la que no se le da ese salvavidas».