Museo de Santa Cruz y CORPO 'cruzan sus miradas'

F. J. R.
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Rafael Sierra: «Nos gustaría convertir a Santa Cruz y CORPO en una gran isla cultural conectada» Antonio Dávila: «Tenemos que trabajar más para que el museo se abra a la sociedad toledana»

Museo de Santa Cruz y CORPO 'cruzan sus miradas' - Foto: Yolanda Lancha

El Museo de Santa Cruz y la Colección Roberto Polo. Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha (CORPO)  comparten espacio físico al ser las antiguas dependencias de los palacios del Alficén árabe, pero con la puesta en marcha de 'Miradas Cruzadas', una iniciativa con la que han intercambiado obras, han vuelto a unir sus caminos. Sus dos directores, el recién nombrado Antonio Dávila y Rafael Sierra, comparten con La Tribuna los puntos fuertes de esta iniciativa cultural. 


¿Cómo surge la idea de 'Miradas Cruzadas' y cuál es su objetivo?

Rafael Sierra: Surgió de un diálogo con Antonio Dávila en cuanto se incorporó a la dirección del Museo de Santa Cruz. Vimos pertinente establecer una colaboración, porque es verdad que son dos museos que, en los tres años que tiene CORPO, han vivido de espaldas el uno al otro. Esa falta de diálogo no era lógica ni positiva. La idea de montar 'Miradas Cruzadas' nace para demostrar la tesis de que el arte es una línea continua en la historia. Retratos, bodegones, paisajes… se han hecho en todos los períodos históricos, desde que el hombre vivía en las cavernas. Queremos mostrar el arte desde esta perspectiva: demostrar que esa línea evolutiva existe y que los intercambios siempre son enriquecedores.
Toledo es un ecosistema repleto de museos, pero quizás están un poco deshilvanados. Al contrario de lo que pasa en otras ciudades, como Madrid o Málaga, en donde hay una mayor implicación entre todos los centros. Y a nosotros dos nos gustaba la idea de potenciar el complejo que configuran Santa Cruz y CORPO como una gran isla del arte, como un lugar donde ensanchar la mirada; donde el tránsito del pasado al presente y al futuro se haga de una manera natural.

Antonio Dávila: Estamos ocupando básicamente el mismo espacio. Este edificio es un conjunto enraizado en la historia de la ciudad que sirve de contenedor de una serie de colecciones muy variadas. Lo lógico es que exista una mayor relación entre ambas instituciones.
Por otro lado, la sociedad humana tiene la necesidad del arte desde sus inicios, de reflejar su entorno, la naturaleza, sus sentimientos... y me pareció algo muy interesante el interrogar al público combinando obras de muy distintos periodos pero que en el fondo responden a esa misma necesidad que tenemos todos los seres humanos de expresar nuestros sentimientos y de reflejar el ambiente en el que nos desarrollamos.


El objetivo de 'Miradas Cruzadas' es demostrar que el arte es una línea continua en la historia, ¿pero al mismo tiempo que se vea que el Museo de Santa Cruz y CORPO también lo son?

Rafael Sierra:  Son dos proyectos que forman parte de la estructura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes. Son dos proyectos autónomos que forman parte de una acción conjunta, de una acción de Gobierno. Nadie se plantea que museos que dependen del Ministerio de Cultura actúen de forma descoordinada; lo hacen, como nos pasa a nosotros, porque tenemos colecciones distintas, pero podemos poner sobre la mesa proyectos conjuntos. Es muy interesante, y es normal, que dos instituciones que dependen de un mismo organismo cooperen. Incluso cuando pertenecen a distintos organismos, lo que se espera de la cultura es siempre colaboración mutua. 
 
Antonio Dávila: La colaboración entre instituciones es constante. El Museo de Santa Cruz colabora, por ejemplo, con el Arzobispado y con la Catedral de Toledo a través de depósitos que nos enriquecen a ambas instituciones desde el punto de vista cultural, y también participa en exposiciones de otras entidades culturales. Y de esa forma, aunando esfuerzos, nos enriquecemos todos y podemos presentar una oferta cultural más fuerte tanto a los ciudadanos de Toledo como a las personas que visitan la ciudad.

En el libro de visitas que han puesto para que la gente dé su opinión en 'Miradas Cruzadas' también hay palabras de disconformidad con la idea, ¿qué les dicen a esa gente?

Rafael Sierra: Que haya discrepancias me parece absolutamente sano. Lo anormal sería que no las hubiera. Cada uno contempla los hechos de una manera distinta. Está bien que se genere debate, e incluso polémica. A mucha gente le cuesta entender el arte contemporáneo, pero es interesante intentar que la mirada del público se vaya acercando a ello, porque es una realidad. A mí no me produce ningún rechazo contemplar un retablo de Nicolás Francés del siglo XV junto a los 'Retratos Imaginarios' de Pierre-Louis Flouquet, que son del siglo XX. Me parece que todo fluye de forma natural. De hecho, nadie se ha escandalizado cuando, por ejemplo, el Museo del Prado ha expuesto a Picasso junto a obra del Greco. Cuando hay calidad en una propuesta y otra, el arte funciona perfectamente. Nosotros no estamos haciendo experimentos con gaseosa, lo que hacemos con 'Miradas Cruzadas' son propuestas que ya están muy testadas en grandes museos internacionales.

Antonio Dávila: Yo tenía mucho interés en colocar ese cuaderno donde el público pudiera exponer sus ideas porque esta experiencia me sirve para romper con la imagen que tenemos de los museos como lugares encorsetados, sitios en los que tienes que entrar en silencio y moverte con cuidado, y donde solo se te permite mirar. Creo que los museos tienen que ser centros de actividad cultural, que animen a la sociedad y que sirvan para la educación y como espacio de ocio y diversión; pero a la vez que generen debate. Siempre que no se ofenda, estoy abierto a que la gente exprese su opinión, e incluso a tener en cuenta esos otros puntos de vista.
Lo del libro de firmas es como una declaración de intenciones. El Museo de Santa Cruz es una institución muy antigua, con un contenedor brillante, un edificio que forma parte de la historia de la arquitectura española y europea, pero que está abierto al cambio. Tenemos que romper con esa imagen de excesiva severidad que se le puede dar al público cuando entra y recorre sus salas.

¿Y qué pone la gente sobre ese 'diálogo' que habéis propuesto entre un retablo de Nicolás Francés del siglo XV y los 'Retratos Imaginarios' de Flouquet del siglo XX?

Rafael Sierra: Una palabra, una imagen, un sonido arrastra siempre consigo recuerdos de emociones personales. Es el visitante, en su contemplación, quien establece esas analogías, que a otro pueden resultarle inexplicables. El arte es una experiencia que cada uno vive de forma distinta. Creo que el diálogo que hemos montado con este intercambio ayuda a comprender la evolución del arte y la sociedad a la que va dirigido. Los expertos que han visitado esta primera mirada cruzada en torno al retrato, la han encontrado muy enriquecedora.

Antonio Dávila: Los artistas y los periodos no están tan alejados unos de otros. Todos parten de ese interés o necesidad, de esa mentalidad colectiva de la sociedad que va influyendo a los artistas y se va plasmando en sus obras.

Imagino que la colaboración puede ir mucho más allá del intercambio de obras. ¿Qué acciones conjuntas serían factibles entre un museo que se remonta a la prehistoria y un centro de arte moderno y contemporáneo?

Rafael Sierra: Los equipos de CORPO y del Museo de Santa Cruz hemos estado hablando ya de la posibilidad de hacer una gran exposición de ese 'cruce de miradas' que venimos contando, pero amplificando el número de obras y el diálogo entre las piezas. Así a vuela pluma, se me ocurre el bureau de Roberto Polo o el mueble de Kuramata con un bargueño de Santa Cruz, o hacer dialogar nuestras sillas de diseño industrial con sus piezas de mobiliario histórico. Creo que para Toledo sería una experiencia muy enriquecedora, que incluso podríamos ampliar a otros museos. Sería muy interesante y se podría demostrar que en la ciudad no hay ninguna fractura, e, igual de importante, que la ciudad ya ha saldado su cuenta pendiente con el arte moderno y contemporáneo. Creo que iniciativas de este tipo arrojan luz sobre cierto oscurantismo que se le achaca a la ciudad de Toledo y su ingente legado cultural.

Antonio Dávila: Esa colaboración a mayor escala podría hacerse en la parte superior del crucero. Las colecciones que tiene el Museo de Santa Cruz sí encajan muy bien con esta idea de hacer dialogar piezas de distintas épocas, lo que a su vez redundaría en la iniciativa de sugerir al público que no solo visite el espacio, sino que piense, razone, se emocione. Si a través de nuestras propuestas somos capaces de que al menos una parte del público reflexione y trate de interpretar lo que le mostramos, yo personalmente me daría por muy satisfecho.

¿Podría llegarse al punto de una entrada única para ver ambos museos que, al fin y al cabo, están físicamente conectados?

Antonio Dávila: Eso depende más de la administración, de la Consejería, pero no es nada descartable.

Rafael Sierra: Estamos en el mismo edificio. Lo antinatural es tener que salir y rodear toda la manzana para llegar al otro museo. La conexión de un edificio a otro es perfecta, y esa posibilidad existe. A nosotros nos gustaría convertir todo el complejo de Santa Cruz y CORPO en una especie de isla o manzana cultural conectada.

¿Qué pieza del otro museo destacan? ¿Con cuál se quedarían si pudieran 'robársela'? 

Rafael Sierra: En un museo está prohibido robar (risas). No, en serio, a mí me parece un auténtico lujo el retablo de Nicolás Francés y cómo han quedado en la sala de Flouquet, pero también me encanta cómo están los Flouquet en el crucero de Santa Cruz. Se trata de un intercambio natural: todos los museos del mundo tienen lagunas, no existe la colección perfecta, y por eso son necesarios los préstamos entre instituciones. Personalmente, me encantaría no robarle sino pedirle prestada a Santa Cruz una obra del Greco.

Antonio Dávila: Esa es la idea: o colaboramos las diferentes instituciones o nuestro trabajo se va a quedar, no digo empobrecido, pero sí poco enriquecido.
Y creo que algunas piezas de diseño que se exponen en CORPO encajarían muy bien en Santa Cruz. Como interesante sería el diálogo entre la fotografía de Isabel Muñoz y alguna de nuestras esculturas clásicas.

¿Cómo ven la recuperación del sector cultural en la ciudad de Toledo tras el parón de la pandemia?

Rafael Sierra: Se está recuperando bien. Yo creo que la gente estaba deseosa de reencontrares con los museos. Hemos entrado en una vía de normalidad y el público está respondiendo.

Antonio Dávila: Yo te puedo dar cifras: en lo que va de año, el Museo de Santa Cruz ha tenido casi 60.000 visitas, mientras que en 2019, antes de la pandemia, en todo el año se registraron 73.500 entradas. La gente está ansiosa. Y es cierto que la exposición de Alfonso X El Sabio y la de Juan de Borgoña nos están ayudando a mejorar mucho estos datos, sí. El público se mueve mucho por citas o personajes.

¿Y cómo ven el panorama cultural en la ciudad?

Rafael Sierra: Toledo es un ecosistema cultural absolutamente riquísimo. Ofrece desde pequeñas joyas como puede ser una sinagoga o nuestra capilla de Belén, a monumentos grandiosos como es la Catedral, que es un generador de público y visitas increíble. Pero también es verdad que no se puede caer en la complacencia, cuando hay ciudades con mucho menos patrimonio que saben sacarle mucho más partido. Y pongo el ejemplo de Málaga, donde se ha potenciado muy acertadamente la actividad museística. Pero es un patrimonio en alquiler, y así, por ejemplo, el Museo Ruso ha tenido que cerrar sus puertas debido a la guerra. Toledo tiene infinitamente más patrimonio, claro; pero a mi juicio, el conglomerado cultural de la ciudad no está muy bien  hilvanado, y se le podría sacar mayor rendimiento. Yo subo todos los días por el remonte mecánico de Safont y ahí encuentro una imagen de los museos de Toledo que me parece poco afortunada. Deberían aprovecharse espacios como éste, por los que transitan cientos de miles de turistas, para divulgar la existencia de los grandes espacios culturales de la ciudad, pero en cambio se ofrece una imagen de la riqueza de Toledo muy próxima a un parque temático.

Antonio Dávila: Yo no tengo todavía una opinión formada al respecto, porque llevo poco tiempo en el cargo y en la ciudad, pero sí que creo que la actividad cultural se ve distorsionada por el efecto del turismo. Sería muy interesante saber, de entre los datos de visitantes que te acabo de dar, cuántos eran de Toledo y cuántos de fuera. Desde mi posición, pienso en primer lugar en los toledanos y sé  que el Museo de Santa Cruz es una institución muy arraigada en la ciudad, sin embargo no me parece que haya una participación ciudadana relevante. Con eso no estoy criticando a la ciudad, estoy criticando al museo, que no ha sabido abrirse a la sociedad en la que está insertado. Ahí tenemos que trabajar más. Como actual director del museo es mi responsabilidad y me lo voy a tomar como un reto personal.

Una pregunta solo para Antonio: ¿Se merece Toledo un museo exclusivamente arqueológico?

Antonio Dávila: Eso es un decisión política que hay que pensarla con serenidad. Toledo tiene una riqueza arqueológica que exige un museo arqueológico efectivo. Y Santa Cruz trabaja como tal. Aquí se atiende a investigadores todos los días, pero es cierto que los ciudadanos muchas veces demandan poder ver ese trabajo. El espacio del Santa Cruz es el que es, pero estamos trabajando en ello. A mí me gustaría trabajar con todas las colecciones del museo y establecer un guión, un argumento claro. 


Solo para Rafael: ¿Cómo va el futuro espacio de Alberto Sánchez en CORPO?

Rafael Sierra: Como ya ha explicado la consejera de Educación, Cultura y Deportes, vamos a recuperar la antigua sacristía para exhibir el legado de Alberto Sánchez, obras que llevan demasiado tiempo sin ver la luz. Este espacio se gestionará en colaboración con el Museo de Santa Cruz. Es una prioridad para la Junta que se inaugure este año y recuperar así la obra de este importante artista toledano de talla internacional, que demasiado tiempo lleva oculto en su ciudad.