Ignacio Ruiz

Cabalito

Ignacio Ruiz


Caretas

09/11/2022

Ya es tiempo de quitarse la gomita y levantar la cara de cartón piedra que tapa a quien nos gobierna. La jeta de Sánchez ya es archiconocida por todos, pero ay la cara de aquellos que tienen compradas las servidumbres en caladeros ajenos.
El dinero, regado por Europa, lo estamos echando a perder. Lo poco o mucho que nos concedieron se está quedando sin ejecutar, de tal manera que tantos proyectos que se están preparando, ni sirven ni servirán. Las razones de por qué no quieren ejecutar dichos fondos, seguro que trascienden el común sentido de los mortales. Pero, toda la obra de ingeniería social que pactaron Sánchez e Iglesias, necesita de una mansedumbre dependiente, y para eso es necesaria un seguidismo idólatra, la pura supervivencia.
Entonces, las caretas ¿quiénes las llevan? Aquellos que reniegan de su propia realidad. Si no estás de acuerdo con las políticas de Sánchez, no puedes blanquear sus decisiones con los votos de aquellos que representan a tus siglas en tu territorio. Si no comulgas con los repartos presupuestarios por las dádivas a independentistas, no puedes votar a favor de esos presupuestos. Si estás en clara discordancia con la modificación sobre el delito de sedición, no vale sólo con esconder la cabeza en Bruselas, solo sirven los votos en contra en la sede que atesora la soberanía nacional: el Congreso de los Diputados.
Page ha cogido la costumbre de abandonar el barco cuando Sánchez la caga. Hace unas semanas de fue de fin de semana a Bruselas, ¿por pasear y aprovechar el puente de los Santos? Dirán que no, pero un viernes, en Bruselas, en los despachos no queda ni Perry.
Y, ¿en la sede social del mamporrerismo socialdemócrata? En las casas consistoriales toledanas seguirán diciendo que ese tema no es local y no les corresponde ni les toca, ¿se acuerdan de Pujol con su, «eso ahora no toca»? Pues nos toca de lleno.
Tolón es Sánchez y, Page también es Sánchez. Quítenles la careta de buenistas, a una jauría de lobos que se están cargando el corral a base de mordidas acá y allá. Ni son tan beatos, ni están gestionando bien. Ni son tan buenas personas, ni merecen ciento y una oportunidades. Ni son de centro, ni parecen de derechas: son sanchistas hasta la médula.