Lorenzo corta una oreja y Parladé salva de la juanpedrada

Mario Gómez / SEVILLA
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Ginés Marín paseó otra oreja del sexto, ambos con el hierro de Parladé. Los de Juan Pedro salieron sin fondo y Luque mostró disposición y valor ante el peor lote, ambos de ese hierro

Álvaro Lorenzo paseó un trofeo del quinto de la tarde en su compromiso de la Feria de Abril en La Maestranza. - Foto: Pagés

La Maestranza se puso guapa otra tarde más. El albero igual de dorado pero más oscuro. El reloj marcaba las 18.20 y sonó un clarinazo que silencio el bullicio de los tendidos. Un trueno y un viento onubense presagiaba tormenta bis. Cuando rompió el paseíllo el respetable sacó a saludar a Luque tras su Puerta del Príncipe del día anterior. Juan Pedro no atraviesa su mejor momento y esta fue la última ocasión en la que lidió con el hierro de Parladé, que pasa a integrarse en Juan Pedro. Ojalá que la vacada tome los derroteros de la divisa amarilla y mejore el primer hierro de la casa.

Dicen que no hay quinto malo y la variación del hierro de Juan Pedro a Parladé hizo válido el dicho. El segundo hierro de la casa ofreció más juego que el hierro principal, a pesar que de salida se partió medio pitón al rematar en un burladero, lo que desató leves protestas. Lorenzo se fue a los medios brindó al público y se la puso por delante aprovechando que al menos se venía con alegría. Arrancó los olés en un inteligente trasteo que tuvo el acierto de dar tiempo en las entretandas. Toreo templado por el derecho y con gusto por el izquierdo ante lo que rompió la música a sonar. Labor meritoria pues el toro no tuvo embestidas francas y en ocasiones pareció acusar escurrirse. Faena medida que abrochó con bernardinas y un largo pase de pecho. Mató de estocada casi entera que fue suficiente, a pesar de que el toro se tragó la muerte, para pasear un merecido trofeo.

Antes, con pies y genio había salido el segundo de la tarde. No pudo lucirse Lorenzo en el saludo y arreció la lluvia al ritmo de rayos y truenos. Arreciaba el agua y Ginés quitó por chicuelinas. Brindó a sus compañeros de cartel y el colorado se vino como un obús. Geniudo pero descompuesto. Clave fue llevarlo pulsando las embestidas donde logró dos naturales excelsos. Aguantó miradas y parones de forma estoica firmando una labor muy seria. La gente continuó fría, quizá por la falta de transmisión del animal y en parte porque sujetar el paraguas impedía aplaudir. Siguió por el mismo pitón y se alargó quizá en exceso en un derroche de valor y quietud. Dejó media arriba y descabelló. Escuchó un aviso.

Las dos horas de festejo se alcanzaron con el cambio al último tercio del sexto de la tarde. Poco juego en los primeros momentos quedaba todo en manos de Ginés y lo que le ofreciera otro Parladé. Y ofreció transmisión y embestidas emocionantes. A cambio el extremeño le dio distancia y muleta plana. El animal acudía con codicia y alegría con embestidas humilladas colocando la cara. Faena vibrante ante un animal que iba y venía con más emoción que clase. Sonó Tejera y le cantaron desde el tendido. Cerró por bernardinas al paso, en terrenos de toriles aprovechando que el de Parladé miraba de reojo las tablas. Gran estocada y un trofeo fue a sus manos.

Por delante se había echado el toro del hierro de Juan Pedro, que salió con poco son y Ginés quiso recibirlo con gusto. Verónicas sin eco en los tendidos y un animal que llegó ya al caballo justito. En la muleta de desplazó con más voluntad que buen son y a duras penas se mantenía en pie. Iba y venía a tranquitos y Ginés lo probó en diferentes terrenos por ambas manos. Terminó la faena entre protestas hacia el ganadero. Pinchó dos veces arriba y dejó una estocada algo desprendida. 

Agradecido Daniel Luque por el cariño recibido respondió y después lo hizo como mejor sabe, toreando a la verónica acariciando embestidas camino de los medios. Por el mismo palo respondió Lorenzo, verónicas cadenciosas y suaves que despertaron los primeros aplausos. Entre medias el caballo se dejó pegar en el caballo y el aire y los truenos no remitían. En lo que Luque brindaba, la lluvia apareció y los paraguas poblaron los tendidos. Ayudados por alto para salirse más allá de la raya. Toreo suave y encajado por el derecho, embarcando delante y llevando atrás tras someter. Inspirado al natural corrió la mano con gusto para aprovechar las buenas embestidas del de Juan Pedro. Se montó encima de él y se metió en los terrenos del toro dejándose llegar muy cerca los pitones. Valiente y torero. Mató de estocada entera de rápido efecto. Las manos en los paraguas y los pañuelos en los bolsillos, los que hubo fueron escasos y se pidió más con la voz, por lo que la petición no fue atendida.

El cuarto no era precisamente para enamorarse. Luque lo intentó de salida y entre que el animal perdía las manos y el piso andaba algo suelto discurrieron los primeros tercios sin poder albergar muchas esperanzas. Juan Contreras libró la tragedia al sacar al toro del caballo y perder pie. Quedó a merced y cubierto por el capote recibiendo un derrote seco, afortunadamente sin consecuencias. Cambió de tercio con solo dos palos y Luque brindó al público y se fue a los terrenos del 6 para comenzar la faena. Probó por ambos pitones y el toro se volvía sobre las manos sin apenas recorrido. Embestía mal y con peligro. Reponiendo y buscando abajo. Por arriba se defendía. Nulas opciones para un Luque inmenso que se metió entre los pitones extrayendo lo poco que tenía en circulares, mostrando que no le queman los terrenos y atraviesa un gran momento. Mató de forma soberbia con una ejecución exquisita de la suerte suprema y la petición fue clara, pero no atendida y saludó una ovación con bronca al palco posterior