Dos 'pinches' de comedor con mucha entrega

M.G
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María José y Carolina, inmersas en el programa CREA de formación y empleo, trabajan desde marzo en el comedor del Gregorio Marañón

Dos 'pinches' de comedor con mucha entrega - Foto: Yolanda Lancha

María José y Carolina disfrutan en el comedor. Van para acá y para allá con las jarras llenas de agua, colocan los vasos en las mesas y supervisan que no falten tenedores ni cucharas. Quedan un par de horas para que los alumnos del colegio Gregorio Marañón, en el Polígono, entren y rompan el silencio tan habitual a estas horas, pero ellas ya se han acostumbrado y tratan de tener toda la tarea a tiempo todos los días. «Estamos encantadas». Lo dice una y la otra, y ambas a la vez cuando se les pregunta si están contentas trabajando en este centro educativo seis horas diarias por las mañanas. 

Las tardes se reservan para la formación y las dos acuden a la Escuela de Hostelería un par de horas para completar los objetivos del Proyecto CREA 'En bandeja', un ambicioso programa mixto sujeto a un certificado de profesionalidad de operaciones básicas de cocina, que combina formación y empleo durante siete meses, impulsado por la Consejería de Economía y Empresas y financiado con fondos europeos. 

Ninguna de las dos se para a pensar en el calendario porque quieren quedarse en este comedor escolar, que gestiona la empresa 'Mediterránea', cuando termine el programa en octubre. «Hay buenas expectativas», explica la coordinadora del servicio de capacitación de la asociación Down Toledo, Delia Escalona, pero aún es pronto para saberlo aunque el programa está funcionando «muy bien». La iniciativa cuenta con diez participantes en total distribuidos en los comedores de varios colegios que lleva Mediterránea: Escultor Alberto Sánchez, Ángel del Alcázar, Valparaíso, Europa, Ciudad de Nara, Garcilaso, Alfonso VI y Gregorio Marañón.

Down Toledo se reunió con 'Mediterránea' hace unos meses para dar a conocer la iniciativa y pedir su colaboración. No es la primera vez que la asociación entra en el programa CREA, ya que el año pasado participó en el sector de la hostelería, y actualmente también mantiene uno con la empresa 'Puy du Fou', en la están trabajando otras ocho personas desde marzo en distintos puestos y tareas administrativas.

«Es muy importante romper estereotipos y que se trate a las personas con síndrome de down como adultos», explica Delia Escalona. También es necesario que las empresas se acerquen y conozcan la buena disposición, la capacidades laborales y la entrega que ponen a diario todos los alumnos cuando obtienen un empleo. Y aunque algunos miembros de la asociación sí han estado trabajando gracias a programas, prácticas y subvenciones durante meses en administraciones públicas y empresas privadas, lo cierto es que el mercado laboral todavía se resiste a contratar a personas con síndrome de down «por desconocimiento». 

María José ha conseguido este primer empleo en marzo, con 45 años, una edad complicada porque aunque la esperanza de vida de una persona con síndrome de down ha aumentado en 20 años, con su edad suelen entrar en programas ligados al envejecimiento. 

«Me gusta hacer de todo», comenta sin quitar ojo a una jarra llena de agua que espera una de las mesas que compartirán varios alumnos en un par de horas. Carolina dice lo mismo. Tiene 38 años y ya ha trabajado en varias ocasiones, una de ellas para un programa de empleo del Ayuntamiento de Toledo. 

Ambas se llevan bien, aunque suelan enfadarse de vez en cuando. Ninguna pone pegas ni se queja del bullicio que las sorprende a partir de la una o las dos de la tarde. A los niños les cuesta esperar, se atropellan pidiendo más agua o más pan y es complicado hacerse con la situación. «A María José y a Carolina les resulta difícil manejarse en esta situación que exige rapidez de respuesta y tranquilidad, pero ellas se encargan de recoger bandejas y vasos y otras tareas» que no obliguen a estar en primera línea. También lo facilita lo bien que las han aceptado los alumnos.

Down Toledo cumple un papel esencial en el proyecto, ya que el equipo de preparadores laborales acompaña y realiza el seguimiento de los participantes. El colectivo trabaja para avanzar en la integración social y laboral plena de las personas con síndrome de down y María José y Carolina se siente muy arropadas.  Ambas se miran, sonríen y si ven dificultades se dicen: 'Hakuna matata' (No hay problema).