Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Crisis

10/10/2022

La primera crisis que recuerdo haber vivido, fue la que se produjo como consecuencia del embargo de petróleo al que los países árabes sometieron a los países partidarios de Israel en la guerra del Yom Kipur, que transcurrió entre el 6 y el 25 de octubre de 1973. España, aunque no quedó afectada directamente, si tuvo que soportar un incremento de precios en el petróleo y sus derivados muy importantes. A lo que se unió el efecto de una inflación que supuso un aumento del IPC en España de más de un 270% en la década de los setenta.

Recuerdo que en un debate con compañeros de la Facultad, se planteó que España era competitiva, no por la productividad de nuestra economía, sino por el bajo nivel de los salarios en comparación con los de nuestros principales mercados (Francia, Alemania, Gran Bretaña). Por esto España debía hacer un esfuerzo en mejorar la educación de las futuras generaciones, para disponer del mejor capital humano posible. Otro problema que teníamos era la pequeña dimensión de nuestras empresas, lo que hacía que parte de nuestro mercado interior estuviera controlado por multinacionales extranjeras, al mismo tiempo que la presencia de empresas españolas en el exterior era escasa. Y el tercer asunto a debatir era nuestra dependencia energética. Sin gas ni petróleo y con carbón de escasa calidad, estábamos en manos de conseguir abastecimiento del exterior en cantidad y precio adecuado. Han pasado casi 50 años desde entonces. La educación se ha universalizado, pero su calidad deja aún mucho que desear. La dimensión de nuestras empresas ha mejorado, tenemos multinacionales que están presentes en muchos países e incluso son referentes en algunos sectores. Donde seguimos dependiendo del exterior, a pesar del avance en la producción de energías de origen eólico y solar, es en nuestras fuentes de energía. España debe buscar soluciones a este problema. Ya no es por reducir las emisiones de CO2, que así debe ser, si no para reducir la dependencia de un suministro que la OPEP controla en un 42% de la producción anual y un 81% de las reservas mundiales. Europa debe mejorar su autonomía energética.