Miguel Ángel Sánchez

Querencias

Miguel Ángel Sánchez


El progreso verde y sostenible

03/03/2023

Primero fueron los ríos. En los 50 llegaron y los embalsaron. Destruyeron riberas, vegas, espacios de cultivo e inundaron pueblos y vidas. Era la energía hidroeléctrica. Siempre el desarrollo, el sacrificio por el desarrollo. En los 60 y 70 alicataron la costa. El mediterráneo quedaba al otro lado de las filas de hoteles, adosados, barreras de hormigón, paseos marítimos y toda la costra gris. Era, también, el desarrollo. Después los humedales, desecados, pinchados por los aspersores y los pívots. También desarrollo. Hace vente años llegó la primera oleada de aerogeneradores. Se parcelaron los montes y las sierras. Se analizó dónde soplaba más el viento. Dónde era más rentable el negocio. Se empezó a vender como verde, sostenible y esas cosas. El desarrollo, ya se sabe. Ahora ha llegado la segunda ola. Y definitiva: aerogeneradores y placas solares. Y sí, de nuevo es el desarrollo.
Leer estos el Boletín Oficial del Estado, o algunos autonómicos como el de Castilla-La Mancha, es una auténtica pesadilla. Reconozco y valoro lo que debe estar siendo para los técnicos que creen en su oficio y que deben informar sobre los impactos de las propuestas para contrachapar de paneles solares media España. O destrozar enormes territorios con parques solares chapuceramente troceados para burlar la ya de por sí laxa legislación que protege al territorio, al paisaje, a los pueblos, a la gente que aún vive en ellos, a los que apreciamos, valoramos y no sabemos vivir sin apreciar la belleza de la distancia libre y limpia. Porque ya todo vale. Ahora sí. En al altar de la energía verde, de la novísima sostenibilidad, sacrificamos nuestro mayor patrimonio. Y no pasa nada, al contrario. Es como si quemáramos bosques milenarios para calentarnos una noche; como si usáramos los Velázquez o Murillo como hules mugrientos. Analizar los proyectos, conocer y saber lo que va a desaparecer, es una pesadilla. Y más que esto se venda como la solución definitiva (de nuevo) para el desarrollo.
Se ha hecho muy bien. Se ha vaciado las tres cuartas partes del país. No hay oposición. Como los ríos, no hay quienes lo defiendan en territorios inmensos, a los pies del negocio más rentable y a más corto plazo, con el aparataje político plegado. El paisaje, la distancia, ¿eso qué es? En vez de planificar, de usar espacios ya degradados… consumen suelo agrícola, espacios protegidos, intentan engañar a quienes sobreviven en la España concienzuda y estratégicamente vaciada. Trabajo para hoy, como cuando se levantaron las presas en los años 50. Mañana nada, sólo el vacío y el recuerdo de lo perdido. No aprendemos. Hace unos días, cruzando el antiguo puerto de Miravete, o metido por algunos caminos de la Alcarria, llego a la conclusión de que no tenemos solución. Es el desarrollo. El negocio.
Ya sólo queda la última vuelta de tuerca, cuando se activen las concesiones mineras para tierras raras. Entonces ya sí que no quedará nadie en el mundo rural. Destilar la tierra, como los romanos en las Médulas, a lo bestia y sin reparos, será la solución definitiva. Y será por el desarrollo. Ahora miles de kilómetros de cables y de torretas, tendidos eléctricos llenándolo todo, molinos inmensos en cualquier distancia, ya cercanía. Primero fueron los ríos. En menos de un siglo hemos destrozado todo. Seguimos. Es el desarrollo. El progreso. Ahora verde y sostenible, dicen.