Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Sin poder ver la curva

13/02/2023

La confirmación del último foco de viruela ovina y caprina en un cebadero de Alcázar de San Juan, el primero que salta a la provincia de Ciudad Real y por tanto, a gran distancia de los últimos positivos de Tébar y La Alberca de Záncara de Cuenca, deja muy abierta la incógnita del destrozo que este virus pueda seguir haciendo en el rebaño de la región por no saber nadie si ha dado la cara al completo.
Quizás por eso los expertos en sanidad animal y los veterinarios del Colegio oficial digan que los próximos quince días serán determinantes para saber si la movilidad y el trasiego de animales desde navidades para acá, pudiera haber diseminado un virus que todavía impide confirmar si estamos en el pico de la curva de contagio o viene lo peor.
   Una de las mayores expertas en sanidad animal de Europa y Presidenta del colegio de especialistas de pequeños rumiantes de la UE, Delia Lacasta, contó el sábado en la radio 'A Pie de Campo' que la inmovilización total del rebaño es, hoy por hoy, la única solución para erradicarlo ya que aplicar una vacuna supondría perder automáticamente el estatus libre de la enfermedad con consecuencias catastróficas para la exportación de un país, el nuestro, que tras la salida de Reino Unido de la UE es por estadística, el primero en censo ovino y el principal productor de carne de cordero.
   Quizás por eso sea bueno que todas las comunidades se pongan en guardia y extremen la bioseguridad como ya han instruido los gobiernos de Murcia, Extremadura, Castilla y León y hasta la misma interprofesional Interovic. «Es un problema de Estado», dijo el consejero de Agricultura, Francisco Martínez Arroyo, en el pleno de las Cortes de Castilla -La Mancha en respuesta a una pregunta parlamentaria del Partido Popular.
   Los miembros de las dos lonjas donde cotiza el cordero, la de Ciudad Real y la de Albacete, atrapados bajo un desconcierto que solo recuerdan similar en las sesiones de los confinamientos del Estado de Alarma por el coronavirus, optaron finalmente por dejar la tabla en blanco al no tener claro qué precios tendrán las pocas operaciones que se den estos días, ya que solo se permitirán mover animales al sacrificio.
   De momento, por un período de unos dos meses, (ya se verá si por más o por menos, según evolucionen los contagios), los cebaderos solo podrán culminar el ciclo de engorde y parar hasta nueva orden; nada de reposición. De ahí que algunos centros, con plantillas de decenas de trabajadores como el de Villamiel en Toledo, aseguran no tener más remedio que presentar un ERTE. No es rentable reducir su actividad al porte de animales al matadero.
   Por otra parte, hoy por hoy, aunque hayan bajado ligeramente los piensos, los ganaderos no parecen muy receptivos a cebar la paridera en sus granjas. Primero porque no tienen estructuras, segundo porque tampoco tienen formación ni experiencia para clasificar los pesos que demanda un mercado que se acerca al Ramadán y a la Semana Santa.
   Y esa es otras de las circunstancias que aprietan en este momento ya que la fiesta de los musulmanes, por ejemplo, arranca el próximo 22 de marzo y estos países compran en vivo. Difícilmente para esas fechas se habrán levantado las restricciones, aunque ¡ojalá! La consejería de Agricultura se muestra receptiva a 'aligerar' algunas medidas si las cosas marchan mejor como atender peticiones de operadores que envían los corderos fuera de la región, a Mercabarna o a otras salas de sacrificio; ahora está prohibido.
   ¿Qué ha pasado entonces para que durante 55 años no supiéramos de la viruela? La profesora de veterinaria Lacasta dice que los controles en frontera, teniendo en cuenta que en muchos países árabes es un problema endémico, son estrictos y habrían funcionado hasta hoy. Entonces, ¿dónde estuvo el escape?
   Resulta evidente que habrá que revisar los protocolos para activar una inmovilización inmediata desde el primer síntoma o granja por pequeña que sea; por supuesto las indemnizaciones por sacrificio y vaciado; mucha atención también a la retirada y destrucción rutinaria de cadáveres. Porque visto lo visto, medio siglo después, hay un factor climático que complicará mucho la gestión de estas epizootías. Miremos si no los últimos casos de gripe aviar como el de Lérida, en pleno invierno, otra infección vírica que temen en la Comisión que podría haberse desestacionalizado en toda Europa y que de no atajarse con vacuna u otro remedio veterinario, podría convertirse en un problema perpetuo e inmanejable.