«O dedicamos importancia y dinero a la formación del personal sanitario o la base de la transformación seguirá siendo movediza». Esta fue una de las citas con las que concluyó el debate y con la que hubo más consenso. La pronunció el consejero de Sanidad, Jesús Fernández Sanz, pero es algo sobre lo que insistieron todos los participantes. La mesa dictó que las inversiones millonarias en nueva tecnología no servirán de nada si los profesionales no saben utilizarlas.
El director científico del Instituto de Investigación de Ciencias de la Salud de la región, Vicenç Martínez, aseguró que la suma de una «organización antigua y nueva tecnología sólo puede dar con resultado más ineficacia».
Para evitarlo, una posible solución reside en los pliegos de las licitaciones de los proyectos, tal y como propuso Ismael Moreno, fundador y socio de Madrija Consultoría. A su juicio, «los planes formativos deberían ser un criterio esencial a la hora de valorar a las empresas adjudicatarias del proyecto». Con ello se conseguiría integrar la renovación de las habilidades de los profesionales, ya que si no se aborda «las nuevas máquinas solo ocuparán espacio en los hospitales, a excepción de héroes que sepan utilizarlas», señaló Ignacio López, directivo de Philips Ibérica. Para el consejero de Sanidad, el reto no solo pasa por el cambio del modelo sanitario, sino por la transformación de las «mentes analógicas» que aún predominan en la sociedad.
En este sentido, Martínez señaló que «el 43% de la ciudadanía no tiene conceptos básicos de tecnología, y que el 8% de este colectivo nunca se ha conectado a internet». Por ello, por raro que parezca en los tiempos de los smartphone, Martínez alertó del peligro de descuidar la formación también de los pacientes en este proceso de transformación. Desde Telefónica, Teudiselo Díaz, apostó por diseñar cursos de capacitación básica digital pero enfocados a ámbitos como la sanidad o la educación.
A los problemas en la falta de formación hay que sumar la ausencia de ingenieros informáticos, muy necesarios para los proyectos venideros, como denunció Eladio Linares, del Sescam.
Cambios en las licitaciones, en las contrataciones y hasta en la formación, pero aún les seguía faltando algo para poder afrontar este proyecto. Humanización. Fernández Sanz lo esbozó: «Un médico puede ser un genio y no empatizar con los pacientes. Eso también hay que enseñarlo»; y Vicenç Martínez lo culminó: «Soy ferviente creyente de que la medicina va a cambiar de forma brutal en cinco o diez años, hasta para agrupar las enfermedades, pero sin empatía no llegaremos muy lejos». Conceptos como la formación y la humanización se presentan, por tanto, igual o más importantes que cualquier avance tecnológico. Ese parece ser el camino.