Editorial

Las ayudas para aliviar el pago de hipotecas se quedan a medio camino

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Banca y Gobierno han alcanzado un acuerdo para aliviar la carga de las hipotecas a las familias vulnerables, que se han visto afectadas por la crisis de precios y por el crecimiento disparado de los tipos de interés. Aunque haya sido in extremis y todavía falten por cerrar algunos flecos, las ayudas incorporadas al código de buenas prácticas que asumirán prácticamente todas las entidades, aunque no es obligatorio, permitirán respirar en el pago de la cuota a cerca de un millón de familias, lo que supone proteger a una franja por encima del riesgo de exclusión, pero sin alcanzar de lleno a la clase media. Las medidas eran necesarias y han sido bien acogidas, en general, por asociaciones de usuarios de banca, por las propias entidades e incluso por el Partido Popular, aunque considera que se quedan un poco cortas.

El principal problema que vienen a cubrir estas ayudas es el incremento del euríbor en los últimos meses, un índice al que se referencian la inmensa mayoría de las hipotecas variables (en las que se actualiza la cuota a pagar una vez al año). Las medidas aprobadas se canalizan por dos vías: por un lado, a través de la actualización del código de buenas prácticas, aprobado en 2012 para hacer frente a la gran recesión y en vigor desde entonces, y por otro, con la creación de un nuevo código que tendrá validez solo durante un año. Todo ello hace temer a los ciudadanos una posible complejidad para tramitar las congelaciones de cuota o las reducciones de los tipos de interés por parte de las entidades bancarias, algo que ha sucedido recurrentemente con algunos mecanismos ya existentes. Esta vez deberá ser diferente, urge la puesta en marcha de estos mecanismos para evitar la quiebra de un buen número de hipotecados que han visto peligrar su estabilidad económica con el incremento desmedido de la cuota.

Por supuesto, todas las medidas son beneficiosas para quienes se acercan peligrosamente o se encuentran ya ante el precipicio de la vulnerabilidad y ahí hay que poner la mayor parte de los esfuerzos, pero también habría convenido la incorporación de medidas universales para aliviar al resto de familias un futuro con incertidumbre. Únicamente hay un cambio transitorio, solo para 2023, que afectará a todos: la eliminación de las comisiones por amortización anticipada o por cambiar la hipoteca de variable a fija, aunque para esto último las ofertas a estas alturas ya son inexistentes o demasiado altas para que compense.

Más allá de la discusión sobre si se podría haber apretado más a la Banca, lo importante es que de forma urgente se pongan en marcha las medidas y cuanto antes se puedan acoger a ellas las familias que estén ya con el agua al cuello. El balance variará en función de la utilidad que pueda tener para el sector más endeble de la sociedad, aunque lo mejor para todos sería que la inflación siguiera cayendo y los tipos de interés volvieran a acercarse al 0 por ciento.