Pilar Gil Adrados

Entre Encinas

Pilar Gil Adrados


Tenebrio molitor

07/10/2021

Cada vez son más, o será que a mí me lo parece, los que permanentemente están subidos en el arengario de la sostenibilidad desde donde no solo aburren con sus prédicas, sino que, en ocasiones, pueden llegar a ser verdaderamente peligrosos.
Ya sé que la RAE no tiene registrado el uso del término arengario entre los hablantes del idioma español, aunque a mí me resulte de lo más elocuente. Tal vez porque me recuerda a nuestra banqueta arengario desde la que lanzábamos nuestras peroratas con las que retar la paciencia de los mayores y que nos era bien útil para llegar hasta el lavabo donde cepillarnos los dientes. Sí que es una palabra italiana con la que se refieren a edificios de origen medieval con balcones desde donde los poderosos se dirigían a las gentes, lo que para este caso podría servir.  
Entiendo que, a partir de aquí, convendría que me explicara. Con la sostenibilidad por bandera circulan muchas noticias que están sacadas de contexto y no tienen mayor fundamento, aún menos científico. Entre ellas, las que asimilan todo lo vegetal con natural y, por tanto, saludable y las que repiten que la FAO insta y recomienda, sin más, el consumo de insectos como fuente alternativa a la proteína de animales domésticos, tan poco sostenible y perjudicial para el medio ambiente.
La misma FAO este año 2021 ha publicado un estudio sobre los insectos comestibles desde la perspectiva de la seguridad alimentaria, es decir desde la garantía de que lo que se consume como alimento es sano y nutritivo. En este trabajo se hace eco de los dictámenes científicos sobre la producción de insectos como alimentos y piensos elaborados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), la institución europea que se ocupa de realizar evaluaciones de riesgo de los alimentos, científicas e independientes, para que la UE decida si los autoriza o no.
Señala, tras evaluar el riesgo a lo largo de toda la cadena alimentaria de los insectos comestibles, los potenciales peligros derivados de su consumo tales como las resistencias antimicrobianas, las reacciones cruzadas con crustáceos de tipo alérgico y la transmisión alimentaria de patógenos víricos, bacterianos, hongos, parásitos e incluso priones, sin dar menos importancia a los posibles efectos perjudiciales para el medio ambiente.
La FAO, como la EFSA, advierte de la necesidad de abordar investigaciones sobre todos estos aspectos de los que se carece de información. Así como de exigir la instauración de un sistema de análisis de peligros y control de puntos críticos en todas las fases de su producción y comercialización para asegurar la gestión de esos riesgos y poder garantizar su seguridad.
Para la legislación alimentaria de la UE, los insectos se consideran ‘nuevos alimentos’ y deben someterse a un riguroso procedimiento para ser autorizados como alimentos, tras el informe favorable de la EFSA. Solo está autorizada, desde enero de este año, la comercialización de las larvas desecadas del Tenebrio molitor (gusano de la harina o escarabajo molinero) como alimento seguro para el consumo humano en la UE.

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