Todo resurge; rebrotan las hojas en los árboles, renacen las flores tras los hielos del invierno, los animales reviven de su largo letargo y, en definitiva, el campo despierta. Nuestra vida es un ciclo que depende de manera determinante de las vueltas de nuestro planeta alrededor del Sol. Por ello, nuevamente hemos celebrado la Semana Santa en estas fechas, como viene siendo habitual desde que en el Concilio de Nicea, en el siglo IV, se le buscara un hueco en nuestro calendario en el primer plenilunio, después del equinoccio de primavera. Igualmente, como los romanos instauraran las ofrendas a la Diosa Ceres en agradecimiento a los frutos de las riberas del Tajo y del Alberche, los pueblos de las Tierras de Talavera llenarán las calles, el próximo sábado, de jubilo para agasajar a la Virgen del Prado en las Mondas.
Ahora, tras dos años de pandemia, cuando por fin dejamos atrás casi todas las restricciones y la mascarilla, en lo que se ha llamado la nueva estrategia de gripalización, parece que recuperamos parte de nuestra normalidad, reiterada a través de los siglos, que también son las fiestas y el disfrute. A pesar de los devenires de los tiempos, de las dificultades, de los malos momentos pasados y los que puedan venir, tenemos más que nunca la necesidad de abrazarnos, de besarnos y de disfrutar del momento, que eso también es humano. El poder estar presentes en el espacio público, reunirnos con las amistades que hace tiempo que sólo veíamos por vídeollamadas y compartir con ellas, nuestros recuerdos de las experiencias vividas en el pasado, que este año nuevamente podemos volver a disfrutar, es un nuevo regalo que nos da la vida, aunque inevitablemente también nos llena de nostalgia al recordar a los que han dejado de recorrer este camino junto a nosotros.
El reinventarse, convirtiendo lo pagano en religioso, y lo espiritual también laico, adaptándose las diferentes civilizaciones a los ciclos de nuestra Madre Tierra, demuestra que a pesar de cualquiera de las dificultades vividas con los devenires de los tiempos, esta comarca con pasado, tiene presente y futuro. Así en la Ciudad de la Cerámica, que ahora despunta en lo tecnológico y está en el punto de mira de multinacionales como META, vivamos y disfrutemos de esta Semana de Mondas con la esperanza en los frutos que, como siempre, nos puedan traer los nuevos tiempos.
¡Viva, Talavera viva! ¡Viva su Comarca!