Miguel Ángel Dionisio

El torreón de San Martín

Miguel Ángel Dionisio


Sor Marcela de San Félix

08/03/2023

Han pasado casi veinte años desde que la escritora Ángeles Caso, en su estupendo ensayo Las olvidadas. Una historia de mujeres creadoras, reivindicase una serie de figuras femeninas que tuvieron un papel importante en la creación artística de su época, y que, sin embargo, el paso del tiempo hizo que de su memoria apenas queda algún eco, como Safo, Hildegarda, Artemisia Gentileschi, Beatriz Galindo o Luisa de Medrano. Afortunadamente hoy, el panorama ha cambiado y son ya muchas las mujeres artistas que, habiendo destacado en diferentes ámbitos de las Bellas Artes y la Literatura, han sido y están siendo recuperadas y valoradas.
Toledo no podía ser una excepción. Escritoras como Luisa Sigea o Marcia Belisarda ya no son unas desconocidas. Y poco a poco se está descubriendo, dentro del ámbito literario, toda una pléyade de religiosas que, en lo escondido de sus clausuras, durante el Siglo de Oro, escribieron obras de similar categoría a la de sus coetáneos masculinos. Un mundo que, apenas explorado, ofrece para el futuro unas líneas de investigación muy sugerentes y prometedoras, que nos hacen lamentar mucho más la situación dramática que están viviendo los monasterios y conventos toledanos, con el riesgo de la pérdida irreparable de un patrimonio inmaterial, en su doble vertiente espiritual y cultural, del que pocas ciudades pueden presumir.
En una clausura, aunque no de Toledo, desarrolló su obra una toledana apenas conocida entre sus paisanos. Sor Marcela de San Félix, en el siglo, Marcela del Carpio. Y si unen su nombre de religión y su apellido civil, se encuentran con su progenitor, Félix Lope de Vega y Carpio, el Fénix de los ingenios. Marcela nació fruto de los amores entre el dramaturgo y la actriz Micaela de Luján, a principios del mes de mayo de 1605, en nuestra ciudad, siendo bautizada en la iglesia de la Magdalena, actuando como padrino el poeta José de Valdivielso.
Marcela residió en Toledo hasta 1621, aunque pasaba temporadas con su padre en Madrid, siendo la predilecta entre la numerosa prole del escritor, quien, al cumplir quince años le dedicó su comedia El remedio de la desdicha. El 23 de enero del citado año, día de San Ildefonso, ingresó en el convento madrileño homónimo, de religiosas trinitarias, situado en la actual calle Lope de Vega, entonces de Cantarranas. A la par que vivía su vocación religiosa, sor Marcela, que había heredado de su padre la vocación literaria, se dedicó, junto a sus tareas como gallinera o refitolera del convento, y más tarde superiora, a escribir.
Su obra poética, inédita hasta hace poco, muestra el influjo de su padre. Marcada por una honda inspiración religiosa, también se detiene a cantar lo cotidiano, como el delicioso poema que dedicó al jardín del convento, en el que se extasía ante cada una de las flores que lo adornan.
Marcela de San Félix, una gran toledana. Olvidada, injustamente, como tantas.