Generosidad y clases de español en San Julián

Jaime Galán
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Una treintena de ucranianos reciben clases de español en un espacio cedido por la parroquia. La idea nace de unos toledanos que buscan integrar en la sociedad a sus nuevos vecinos

Las clases de español son lideradas por Amparo y Luis, docentes jubilados. - Foto: David Pérez

Obras como esta son las que invitan a creer en un mundo mejor. Un grupo de voluntarios toledanos coordinados por José Colino, ex militar y doctor en Economía y Empresas ya jubilado, han creado una academia improvisada para dar clases de español a los ciudadanos ucranianos que se hayan asentado en Toledo durante los últimos meses. La iniciativa, sin ningún tipo de lucro para los organizadores, se lleva a cabo en un aula privada de la parroquia de San Julián, cuyos regidores se la cedieron sin obtener nada a cambio.

Una acción solidaria que tiene su origen en la Academia de Infantería de Toledo. Cuando José Colino, como ex director pedagógico de Extensión Cultural de este centro, veía por su barrio a estos nuevos ciudadanos de nacionalidad ucraniana le vino a la mente aquellos años en los que «en la mili unos soldados daban clases a sus compañeros que no tenían el graduado escolar, de modo que cuando acabaran la formación militar pudieran obtener el título y estar así preparados para el mundo laboral». Al activar ese recuerdo en su mente, Colino creyó que podía ayudar a los ucranianos residentes en Toledo a integrarse con esta fórmula, dándoles clases básicas de castellano.

Para llevar a cabo esta iniciativa, Colino se puso en contacto con sus compañeros de la Cofradía Internacional de Investigadores, donde obtuvo el apoyo de profesores como Amparo Sánchez, catedrática en Inglés, ó Luis Martín, en Humanidades. A estos pronto se sumaron dos alumnas del Grado de Humanidades y otros dos de Derecho. Una de estas alumnas dispuestas a ayudar -Setora- es de origen uzbeko, por lo que «sirve de gran ayuda porque cuando los ucranianos se atascan a la hora de expresar algo, ella los ayuda hablando en ruso», explica el coordinador José Colino.

Generosidad y clases de español en San JuliánGenerosidad y clases de español en San Julián - Foto: David PérezAunque no siguen un listado de los asistentes a estas clases, las lecciones se imparten los lunes y los miércoles en la parroquia a casi una treintena de refugiados. En estas citas, Luis Martín como profesor, indica que se olvidan de enseñarles gramática y se centran en ayudarles a mantener una conversación. Colino corrobora que para ellos «es más útil aprender a expresar cómo están cuando se levantan cada mañana, cómo van a la compra o al médico, ó cómo saludar a otras personas». Aunque el tipo de alumno que asiste varía mucho porque no siempre pueden acudir, los organizadores relatan que hay menos hombres que mujeres, «quizás porque estos han tenido que ir a defender a sus país». 

Lo que sí están valorando es crear dos niveles de clases, porque los que vienen asistiendo desde el inicio de esta academia improvisada, allá por el pasado mes de septiembre, están más avanzados que otros. Aunque muchos de ellos vienen acompañados de sus hijos, estos no reciben clases, pero sí se los entretiene con juegos. José Colino mira al futuro y entiende que esta iniciativa «acabará cuando quieran ellos o cuando se acabe la generosidad de los profesores», pero afirma que si por él fuera «habrá clases de español mientras haya una sola persona que lo necesite».

En esta labor social y voluntaria han recibido muchas ayudas de empresas locales. Es el caso de Eurocaja Rural, Cáritas Diocesana o Sanluc, que les ha repartido material escolar para los alumnos, así como el Consejo Social de la UCLM con su presidente Félix Sanz Roldán a la cabeza. Mención especial para San Telesforo que, durante las navidades, les regaló kilos de mazapán y roscones de reyes.

José Colino y sus acompañantes resumen la finalidad de esta iniciativa en una ayuda para integrarlos en la sociedad, porque «me imagino solo en Groenlandia y estaría totalmente perdido». Por ello, más allá de las clases, también les ayudan con otras alternativas, como por ejemplo, fomentando el ajedrez entre los niños, ya que la federación regional les ha donado varios tableros, ó abriendo la puerta de la Cofradía Internacional de Investigadores a los mayores que lo deseen. Y sin tener que pagar la habitual cuota. Una labor social que no se puede explicar, solo medir en grandes dimensiones de generosidad.