Enrique Sánchez Lubián

En el Camino

Enrique Sánchez Lubián


Saltimbanquis

23/03/2023

Hay palabras muy visuales. Saltimbanqui es una de ellas. Basta decirla para imaginar titiriteros cascabeleando, haciendo malabares o inverosímiles piruetas con arlequinados trajes, cual los pintó Picasso. Proviene del término italiano 'saltimbanco', con el que en tiempos medievales se nombraba a diversas atracciones callejeras, acompañadas de acrobacias, canciones o farsas en escenarios improvisados. En lugares de Iberoamérica, la voz define también a charlatanes u hombres de poca sustancia.
Más allá del mundo del espectáculo, encontramos saltimbanquis en muchos aspectos de la vida. También en la política. Vaya por delante que todos podemos modificar nuestras ideas, cambiarlas y adjurar hoy de lo que defendíamos ayer. Pero este saltimbanquismo no va por ahí, sino por ciertas actitudes chaqueteras, oportunistas o ventajistas cuyo cliché más preclaro en la España actual (patetismo de Tamames, al margen) es Toni Cantó, aunque hay más y no hace falta mirar lejos para encontrarlos. Algunos de ellos propugnan un personalísimo modo de entender la acción pública, a veces rayana en el mesianismo redentorista, gustándoles mostrarse como si fuesen Napoleón, sin haber ganado nunca una batalla.
Estos tiempos electorales son propicios para la irrupción de personajes pródigos en discursos grandilocuentes, cual poseedores del fabuloso bálsamo de Fierabrás, sin indicar, generalmente, cómo van a hacer realidad sus ofertas. Los hay, entre ellos, quienes con arrogante egocentrismo se sitúan al margen de los partidos políticos, presentándose con cierta superioridad moral sobre estos, desdeñándolos y cuestionando ahora su validez, aunque hasta hace bien poco hayan vivido cómodamente en ellos (o de ellos, que de todo hay en esta viña toledana del Señor). Y así, cual tarzanes de la conveniencia y el interés propio, van agarrando una liana tras otra para permanecer en el aire sin tocar suelo, buscando acomodarse en la primera línea de cada contienda electoral convocada, no importándoles acumular carnés de militancias varias y pósteres suyos con cuantos logos distintos han ido abanderando, burlando así aquello que un buen día escribió el lúcido George Orwell: «los movimientos son los que hacen a los dirigentes, no los dirigentes a los movimientos». Menos mal que, pese a su palabrería y fanfarrias, siempre se les ve venir.

ARCHIVADO EN: Política, España