Hoy queremos destacar la escena de alrededor de 3.500 figuras en miniatura ideada por el coleccionista Joaquín Pla Dalmau; Tropas de Isabel II, reina de España. En esta escena castrense podemos ver a los soldados con sus armas, banderas, pertrechos, vehículos y accesorios, identificando a los principales regimientos del Ejército isabelino entre 1830 y 1860. Se da la paradoja de que en un mismo espacio de tiempo se puede ver desfilando ante la Reina a los militares coetáneos de su reinado.
La música siempre ha estado unida al ámbito militar en los desfiles y paradas militares. Las marchas e himnos al ser interpretados refuerzan la solemnidad del acto, generando en los presentes un sentimiento de identidad colectiva y de amor patrio. Desde el 'Detalle Musical' nos centramos en las formaciones musicales, los instrumentos y en los músicos en general. Ya en 1815 estaban encuadrados el Tambor Mayor y los músicos dentro de la Plana Mayor del regimiento, reconociéndose oficialmente la existencia de instrumentistas. En los 3 primeros lustros del periodo que nos ocupa, seguía predominando la figura del músico contratado. Estos eran profesionales civiles que los mandos de los regimientos contrataban para tocar e instruir a la tropa. El sueldo de estos músicos, tanto civiles como militares, salía de unos fondos llamados de entretenimiento. Pero no sería hasta 1829 cuando los soldados músicos, pasaron a tener los mismos derechos que el resto de la tropa; ración de pan diaria, utensilios y hospitalidad.
En 1832, el Ministerio de la Guerra cambió las plantillas reduciendo el número de contratados, pasando a ser complementado mediante soldados músicos de Plaza. Con esta medida se pretendió reducir costes, ya que los Músicos de Plaza «con una moderada gratificación sostienen en suficiente estado la música de los Cuerpos, conservando con menores gastos este misterioso elemento de animación y distracción (…)». Se redujo de 12 a 9 el número de contratados y se completó con 18 Músicos de plaza, quedando una plantilla mixta de 26 Músicos que perduraría hasta 1875, quedando las bandas de música militares divididas en dos tipologías: las músicas y las charangas. «Por músicas o bandas de música, entendemos el conjunto de ejecutantes compuesto por instrumentos de percusión, viento-metal y viento-madera. Mientras las charangas eran unas músicas más sencillas y reducidas formadas únicamente por instrumentos de viento-metal». Se dotó a cada batallón de una charanga formada por 1 Músico Mayor, 2 músicos de contrata, 12 cornetas y 7 soldados «con las habilidades necesarias para tocar el instrumento que se les indicase». Respecto a las músicas organológicamente estarían compuestas por: «Redoblante, Figles requintados, Figles monstruos, Bulsenes, Trombón, Trompas, Clavicor, Cornetines a pistón, Bugles, Clarinete, Flautas y Requinto».
En la representación que nos ocupa son fácilmente reconocibles instrumentos como; las Trompas, El Bombo, los Platos, los Clarinetes o las flautas entre otros. Pero hoy queremos destacar a los Oficleidos o Figles, Serpentones, el fagot ruso, trombones (Bucinn) y antiguos tipos de Bugles como el Onoven, al ser estos instrumentos los que están en desuso en el ámbito de las músicas militares o bien han evolucionado siendo todos ellos primogénitamente derivados y descendientes de la Corneta de llaves y de los Figles.
Estos instrumentos son el grupo más heterogéneo en cuanto a sus diferentes diseños estéticos, aun cuando el sonido y principio acústico eran y son los mismos. También en función de su forma han recibido diferentes nombres a lo largo de su historia: Bombardón, Baritón, Bugle, Figle, Onnoben, Onnovene, Fügelhorn, Euphonium, Cornófonos, Trombino, entre otros. El más agudo de la familia es el Trombino en Mib que: «sirve en las Músicas Militares, y sobre todo en las Charangas, para aumentar de una octava aguda la extensión de los Clarinetes, Fliscornos y Cornetines, facilitando la ejecución de las composiciones musicales y dándolas extraordinaria brillantez».