Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


¿Recuerda usted cuando 'Iberoamérica' nos era cercana?

21/08/2022

Leo algunas firmas, quizá ligadas a la oposición, escandalizadas porque la semana próxima Pedro Sánchez se vaya a hacer las Américas, visitando Bogotá, Quito y Tegucigalpa, mientras en España se produce un lento, muy lento, despertar parlamentario para debatir, entre otras cosas, la aprobación del decreto de ahorro energético. Dicen que Sánchez ha viajado ya en lo que va de año más que en cada uno de los precedentes y sugieren que lo que el presidente español busca, en realidad, es consolidar su candidatura como futuro presidente de la Internacional Socialista. Me parece, la verdad, una visión algo cortoplacista.

Creo fundamental que tanto el Rey, que trata de cumplir su papel, como el presidente del Gobierno y algunos ministros, sin olvidar a los medios de comunicación ni a los académicos, comiencen a tomarse muy en serio un replanteamiento de nuestros lazos nada menos que con Iberoamérica. La escasez de contactos se ha achacado a veces oficialmente a las dificultades de empresarios, instituciones, gentes de la cultura, catedráticos y periodistas para 'cruzar el charco' por culpa de las restricciones derivadas de la pandemia. Y no es del todo verdad, o es casi del todo mentira: Latinoamérica, nuestra Iberoamérica, en su conjunto ha experimentado una profunda transformación, un giro hacia la izquierda no previsto hace un lustro y hacia algunos populismos difíciles de entender desde la siempre satisfecha y a veces temo que algo miope Europa. Estamos absortos pendientes de la espada de Bolívar y no profundizamos en la increíble, y no sé si muy deseable, transformación en un subcontinente cuando menos en evolución vertiginosa, si es que no en revolución.

Y, desde hace casi dos décadas, España no ha sabido ejercer su viejo papel de puente entre la UE y las nuevas realidades latinoamericanas. A la diplomacia española, ahora, con altibajos (véase lo del Sahara, sin ir mucho más lejos), creo que bastante eficazmente dirigida por José Manuel Albares, le ha pillado a contrapié lo ocurrido en Chile, en Colombia, en Ecuador, en Perú, lo que está sucediendo en el México de López Obrador, lo que pueda ocurrir en el Brasil aún en manos de alguien como Bolsonaro. Y cierto es que el vecino del norte, Estados Unidos, agobiado por sus problemas internos de liderazgo, estaba tan desprevenido como los europeos, lo que no quiere decir, claro, que yo abogue por el antiguo e intolerable intervencionismo de la CIA en las cosas de la política latinoamericana.

Dicen que España, cuando ejerza en 2023 -año excepcionalmente importante para nuestro país- la presidencia semestral de la UE, cuidará muy especialmente el tema latinoamericano, propiciando una 'cumbre' -en Bruselas- UE-Latam, con todos los jefes de Estado o de Gobierno de los países concernidos. No será una revitalización de las decaídas 'cumbres' iberoamericanas, pero puede significar el comienzo del renacer en los contactos, en los intercambios, una reacción ante la increíble apropiación que del subcontinente están haciendo China y, en menor medida, Rusia. Como por otra parte está ocurriendo en África, y ahí sí que da la impresión de que los europeos estamos en la inopia. O en la impotencia.

Obviamente, hay que reconquistar la buena, cercana, relación con los países de América Latina, cada uno de los cuales tiene sus propias peculiaridades, desde Venezuela y Cuba hasta Paraguay o varias de las 'peculiares' naciones centroamericanas, comenzando por la dictadura nicaragüense. Preciso es constatar que 'Iberoamérica' no es una extensión de los viejos tiempos coloniales, ni basta una advocación a los 'países hermanos' para volver a los en esta cuestión dorados tiempos del 'felipismo'. Allí, en no pocas capitales, se está revisando todo, desde la Historia con la 'madre patria' hasta las tradicionales alianzas geopolíticas y económicas. No está mal que Sánchez, tan enfrascado en otras cosas sospecho que menos dignas de su atención, se dé una vuelta para comprobarlo.

El tema es de primera magnitud. Y si, de paso, Sánchez se consolida como presidente de la Internacional Socialista, quizá hasta sea para bien: puede que eso le haga poner en cuestión algunas alianzas de gobierno que poco tienen que ver con una prudente socialdemocracia, que es la que debería representar la ahora decaída Internacional.