Sanitarios españoles supervivientes al Vietnam

J. Monroy
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El libro 'Good morning, Go Cong', que se presenta mañana en la Biblioteca, tiene como hilo conductor la historia del ATS toledano Ramón Gutiérrez de Terán

Sanitarios españoles supervivientes al Vietnam

Hacia 1966, Ramón Gutiérrez de Terán sabía de la Guerra del Vietnam lo que escuchaba a Jesús Hermida en los informativos. Él era ayudante técnico sanitario y paracaidista, y las casualidades de la vida las que le llevaron durante tres años y medio al hospital provincial cívico-militar de Go Cong, a 65 kilómetros al sur de Saigón, en la que se considera como la primera misión humanitaria en el extranjero del Ejército español moderno. Fue por una conversación casual, a la vuelta de una baja por brazo escayolado en la Brigada Paracaidista, cuando se presentó al comandante médico, con el que tenía cierta confianza. En un momento dado, este le comentó que tenía en el cajón un escrito pidiendo voluntarios para una misión sanitaria en Vietnam. Iba a contestar que no había nadie. Pero al ver a Ramón, le propuso que se presentara. Este pensó que se habría confundido de lugar, pero al final aceptó, y se vio en un avión hacia la guerra.

Esos años en realidad estuvo, reconoce Ramón Gutiérrez de Terán, en una zona relativamente segura, en el delta del Mechón. Allí «'veraneaba' el Vietcong». Un Vietcong que lo asemejaban a los coyotes, «aparecía y desaparecía rápido por cualquier lado». Pero aquello era una estancia de todo tipo de gentes «y a lo mejor veías por el día a personas corrientes, que incluso alguno estaba con los sur vietnamitas, pero por las noches se ponían el pijama negro de guerrilleros y tiraba algunos morteros y al día siguiente se ponía su camisa o uniforme». Ramón se pregunta «¿cómo ibas a poder vencer a un enemigo al que no se le ve?».

Afortunadamente, los españoles pueden contar que en los cinco años de ayuda a Vietnam del Sur no tuvieron bajas. Y eso que, a pesar de la simpatía por ambas partes, sufrieron un ataque del Vietcong. En realidad no iba dirigido a ellos. Fue en el año nuevo lunar, a mediados de febrero de 1968. Como su casa esta anexa a lo que se consideraba 'Estado Mayor' americano en la zona, sufrieron las consecuencias. Aquella noche se produjo un ataque en todo el delta cercano por la senda de Ho Chi Minh. Los norvietnamitas comenzaron a lanzar morteros. Algunos, media docena, cayeron en sus instalaciones, hasta que afinaron la puntería. Desde su casa escucharon pedir ayuda, «help». En el ataque resultó herido un sargenteo americano y Ramón recuerda que el capitán médico Merlos no se lo pensó dos veces y atravesó «de forma milagrosa» el fuego cruzado para atender a la víctima. A la postre, Ramón y sus compañeros recogieron las espoletas de los morteros y leyeron aquello de «made in USA». Aquello les valió a los españoles presentes una condecoración de los americanos, que fue muy especial para Merlos.

Sanitarios españoles supervivientes al VietnamSanitarios españoles supervivientes al Vietnam - Foto: David PérezEllos, en realidad, atendían a todo el mundo, pacientes de todo tipo, uniformado o no, «a un buen profesional le da igual que sea amigo o enemigo, allí eran pacientes y nada más». Una postura, recuerda Ramón, que tenían también los profesionales de la Asociación Médica Americana con los que pudo trabajar, «llegaba un herido y lo atendían como fuera». Y lo hacían con una pericia que sorprendía a los españoles.

Y eso que entre estos había «fuera de serie», muy respetados por todo el mundo. Ramón recuerda a Linares, por ejemplo. Cuando llegaron a Vietnam y la primera noche les dieron de cenar perro, les comenzaron a preguntar por cirujanos y Linares, sin estar todavía diplomado, cogió la responsabilidad de hacerse cargo de la cirugía. Al final, el propio Ramón y su compañero vietnamita hacían cirugía menor, pero fue Linares quien «dio el paso al frente y se hizo cargo».

Los españoles vivieron aquellos años junto a los americanos, que les daban desayuno, comida y cena, «como si fuéramos uno más». Cada seis meses, les daban también el 'rest and recuperation', unas pequeñas vacaciones en un país a elegir. De hecho, Ramón recuerda la anécdota de la visita de Juan María Ansón, con quien hablaron con total naturalidad, sin saber que les estaba grabando. Al poco, se publicó en España «Los olvidados militares españoles enviados a la guerra de Vietnam». Aquello les valió una bronca, les dijeron que en España estarían en problemas, pero también para que comenzaran a llegar productos españoles por valija diplomática.

Presentación. A sus 89 años, y tras residir en Canarias y el Sahara, Ramón Gutiérrez de Terán lo hace ahora en una pequeña localidad toledana. Esto ha hecho posible que el escritor toledano Andrés López-Covarrubias contactara con él, como uno de los últimos supervivientes de aquella misión de paz. Su testimonio ha sido clave en la elaboración del libro 'Good morning, Go Cong. Una historia de españoles en la guerra de Vietnam', publicado por la prestigiosa editorial Ediciones Rialp, que se presenta mañana en la Biblioteca de Castilla-La Mancha. Se trata de un ensayo histórico convertido por momentos en una novela de no ficción. El autor utiliza como nexo argumental la vida de Ramón, componiendo a partir de su particular historia un auténtico fresco sobre aquel mediático y desgarrador conflicto, sobre la misión humanitaria española, sobre el auge de los movimientos antibelicistas y por los derechos civiles en Estados Unidos, sobre la Guerra Fría, el aislamiento del régimen de Franco y hasta la presencia colonial española en el Sáhara. Por sus páginas, además, aparecen continuas referencias al cine y a la música que marcaron toda una época, así como la vida de varias generaciones.

En aquella vorágine de historia, aquel avispero, estuvieron casi cincuenta españoles a lo largo de cinco años, en una misión muy distinta a la solicitada. Los americanos, recuerda Ramón, pidieron fuerzas combatientes, pero Franco, quizás aconsejado por De Gaulle, afirmó que aquello «era tabú». Así que mandó una misión sanitaria militar, que le sirvió a España para poner su bandera entre los países de mundo libre que ayudan a Vietnam.

Fue aquella una guerra, apunta Ramón, en la que Estados Unidos no buscaba riqueza, ni minas, ni agricultura; tan solo quería frenar la extensión del comunismo por el sudeste asiático.