Ángel Monterrubio

Tente Nublao

Ángel Monterrubio


Cagancho en Almagro

27/07/2022

En Almagro, Ciudad Real, fue donde el torero Cagancho dio su famosa 'espantada' el 25 de agosto de 1927 y dio lugar a la frase: 'Quedar como Cagancho en Almagro', es decir quedar mal, muy mal. Joaquín Rodríguez Ortega, Cagancho, matador de toros sevillano, gitano de Triana, era una de esas figuras del toreo capaz de ejecutar las faenas más espectaculares y sentidas -de hecho, fue el primero en torear con el capote con las manos bajas- y, a la vez, dar unas espantadas vergonzosas. La más sonada y grave fue la de Almagro. El público saltó al ruedo y la Guardia Civil, a caballo, tuvo que despejar el ruedo, sacarlo de la plaza protegido, entre una lluvia de todo tipo de objetos. Ha pasado a ser considerada como la bronca más gorda ocurrida jamás en una plaza de toros en España, ocasionó graves disturbios, con el torero refugiado en el Ayuntamiento, que los aficionados querían asaltar, en fin, un verdadero desastre.
Pero en realidad, esa no ha sido la bronca taurina más grave en España, ni mucho menos. Justo cinco años después, 25 de agosto, en la misma localidad, Almagro, y en la misma plaza de toros, tuvo lugar otro altercado de época. Comparen. La cosa fue así:
Para el día grande de feria estaban anunciados, a las cuatro de la tarde, los matadores: Domingo Ortega, 'el Estudiante' y 'Maravilla'. Pero, a esa hora la plaza estaba cerrada a cal y canto. Los toreros no habían cobrado el dinero de sus contratos y se negaron a salir del hotel, aunque el alcalde, sin éxito, trató de evitar el conflicto terciando entre toreros y empresa.
Los aficionados derribaron las puertas de la plaza y ocuparon sus localidades. El griterío del público se hace ensordecedor a la hora anunciada para que comience el festejo. Después de una hora de espera, como no aparecen ni la presidencia ni las cuadrillas, el público comienza a arrancar los asientos de madera y los tira al ruedo donde los prenden, también rompen los burladeros y la barrera para alimentar la pira y, a los pocos minutos, la vieja plaza empieza a arder por los cuatro costados. La mayoría de la gente huye despavorida y se manifiesta hasta el ayuntamiento para que le devuelvan el importe de sus entradas. Mientras, en la plaza, un grupo más exaltado, fuerza con palancas lo toriles y dan suelta a los toros, tres los abate la Guardia Civil, entre llamas, en el ruedo y otros cinco huyen al campo. El ferial de ganado quedó desierto por el pánico de sus visitantes y la plaza de toros totalmente destruida. Lo de Cagancho… una broma.

«Joaquín Rodríguez Ortega, Cagancho era una de esas figuras del toreo capaz de ejecutar las faenas más espectaculares y sentidas y unas espantadas vergonzosas»