Alejandro Ruiz

EL REPLICANTE

Alejandro Ruiz


El Monasterio de El Escorial

07/07/2022

Desconozco si se están cumpliendo los plazos de ejecución, pero en todo caso las obras de la calle Ancha de Albacete, y más concretamente las obras de peatonalización del tramo Marqués de Molins y Altozano, y la remodelación con tráfico rodado del tramo de la calle Tesifonte Gallego, así como la remodelación del Paseo de La Libertad, incluyendo la previa modernización que se acometió de las redes de abastecimiento y saneamiento, se me están haciendo eternas.
El 23 de abril de 1563 se colocó la primera piedra del Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial y su construcción se prolongó durante veintiún años, motivo por el que existe la expresión popular, según la cual cuando algo se demora en exceso, se dice que va a durar más que la obra de El Escorial, lo que empieza a ser aplicable al caso, sobre todo si comparamos proporcionalmente el volumen y el tiempo de ejecución de las obras de El Escorial con el volumen y el tiempo de ejecución de las obras de la calle Ancha. Y que conste que considero que la remodelación empieza a tener buena pinta y todo el trayecto va a quedar bonito y agradable para el paseo habitual y tradicional de los albaceteños por esta calle.
Todo ello sin entrar en el persistente debate, sin duda cargado de ideología, relativo a las consecuencias finales que la peatonalización acarreará sobre el comercio y el futuro del Centro de la ciudad. A favor, la movilidad sostenible, el dinamismo comercial y la recuperación de una calle atractiva para los peatones como clave de identidad urbana. En contra, los posibles cambios en los usos del suelo, la expulsión de usos residenciales, la modificación del tipo de comercio con la proliferación de bares de ocio nocturno, y el desplazamiento de los conflictos del tráfico hacia los bordes del área peatonalizada y al resto de la ciudad. El tiempo dará la razón a unos o a otros.
Ansiosos como estamos por ver y disfrutar del resultado final, solo nos resta impulsar a los responsables hacia la feliz terminación de las obras, asumiendo sumisos cualquier justificación de retraso, pero siempre que no sea la de adecuar los plazos a determinados intereses. Porque, como todos sabemos, igual que existe la obsolescencia programada, que consiste en las medidas intencionadas de los fabricantes para que los productos dejen de funcionar en un tiempo concreto, existe también la inauguración programada, que consiste en adecuar el término de las obras públicas al momento calculado de mayor rentabilidad para los índices de popularidad. Vamos a pensar que este no es el caso y que el tiempo que transcurre es simplemente una percepción de nuestro cerebro.
Y por poner solo una pega estética, tengo que decir que al nuevo pavimento del tramo peatonal de la calle Ancha le faltan tapaderas de arquetas de registros de suministros. Solo han puesto unas doscientas mil.