Marilyn busca a su padre

Ramiro González
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La película 'Blonde' ofrece otra perspectiva del mito de Hollywood, más cercana a Norma Jean

Marilyn busca a su padre - Foto: Netflix

Puede decirse que la plataforma Netflix tiene a Blonde como una de sus grandes joyas más recientes. Y es que esta obra atrevida le va a suponer un quebradero de cabeza a los expertos y festivales a la hora de valorarla. Se trata de la película que refleja la vida de Marilyn Monroe, que seguro que en los Oscar rasca muchos premios. 

Tenemos que situarnos en el Hollywood de los años 40, en un pequeño motel de carretera. Una noche en principio tranquila. Pero entonces, vemos que hay un potente incendio que recorre buena parte del paisaje, llegando a este lugar.

 En una de esas habitaciones, una madre se dispone a darle un baño a su hija. Y también se plantea matarla, ahogarla en el interior del agua ardiendo. Esa niña se llama Norman Jean. Y dentro de unos pocos años será más conocida como Marilyn Monroe.

El director Andrew Dominik adapta la biografía novelada de Joyce Carol Oates, donde se cuenta lo que pudo ser la vida de esta gran actriz, participante de títulos inmortales del séptimo arte como Con faldas y a lo loco, o La tentación vive arriba. Pero en esta cinta lo más importante no es la industria del cine. 

No se trata del enésimo largometraje que repasa las vicisitudes de un universo que, por fuera, parece glamuroso y genial y que por dentro está podrido. Aquí lo importante es Norma, y también lo es Marilyn. Y este es un matiz fundamental para analizar en profundida un filme que no va a dejar indiferente a nadie.

Donde muchos críticos van a fallar es precisamente en este punto, en quedarse en la superficie, diciendo que la californiana es algo así como un trozo de carne lloroso. Lo que subyace en lo profundo de la película es una cinta de terror absolutamente freudiana, en la que vemos a una niña eterna que busca desesperadamente a su padre. 

O más bien, la promesa de un progenitor que se sugiere como ensoñación. Esto es lo que convierte Blonde en una película realizada no para el burdo entretenimiento del bombo y el boato, o para el morbo. Es muchísimo más que eso. Resulta una exploración psicológica de una mente enferma, a la que el entorno se empeña en seguir destrozando una y otra vez, de forma implacable e inmisericorde.

La dureza psicológica se transmite con un hábil uso del color, pasando del blanco y negro a colores pastel típicos de esa época, para crear en el espectador la sensación de la doble personalidad. ¿Quién es más real? ¿Marilyn o Norma? Un viaje típico de David Lynch, directo a los abismos más oscuros de la mente. 

En definitiva, Blonde es una película excelente para quienes gozan con el cine que suponga un desafío intelectual. Una joya donde brilla con luz propia la actriz cubana Ana de Armas, famosa en España por El internado y que el año pasado deslumbró con Puñales por la espalda. Merece sin duda un Oscar por este papel. No se la pierdan.