Jorge Jaramillo

Mi media Fanega

Jorge Jaramillo


Las llaves del año

30/05/2022

Se despide mayo discreto, sin demasiada mella en los surcos, aunque dejando afilada la cuchilla para las siegas de junio, cortantes como el frío helador de abril, húmedo, lluvioso que nos dejó sin almendras, sin albaricoques, nectarinas y otras frutas que arrancan recolección esta misma semana junto al ajo.
Los dos meses, abril y mayo, saben que siempre tienen la llave del año aunque este último dice adiós marcando hierro sobre la grana con una ola de calor que dejará menos cosecha de la que finalmente esperaban cuando cebadas y trigos vencieron la sequía.
Se esfuman así las mejores expectativas de los agricultores y los comerciantes de cereal de ACCOE que calculan algo menos de 20 millones de toneladas, en el mejor de los casos, frente a la optimista previsión del Ministerio de Agricultura (MAPA) que mantiene la horquilla de 21-23 millones sumando todo ese maíz que nace ahora tranquilo en las hectáreas de siempre y en las de barbecho que se han aprovechado, allí donde hay agua, para incrementar los suministros propios que nos robó la Guerra.
Los mercados, expectantes, gestionan con dificultad la volatilidad y capean la especulación a golpe de señales confusas cuando se cumplen pronto los primeros cien días de asedio. Mientras, la Comisión Europea, sigue buscando salidas al riesgo de desabastecimiento de materias primas por la que se avecina en el Mar Negro,  y en los países árabes del entorno por el embargo económico a Rusia, la destrucción de los puertos ucranianos, y por la reacción proteccionista de varios países estratégicos como India que también, como otros 22 estados asustadizos, acaban de suspender la exportación de su trigo lo que algunos analistas ven, en este caso concreto, un movimiento de tablero próximo a Putin.
Pero es China quien tiene la clave o la llave de los próximos meses, según sea su reacción en las compras visto que le gusta nadar y guardar la ropa ante el conflicto con ese acopio compulsivo imparable hasta el momento.
Quizá por eso, por la imprevisible respuesta, Bruselas quiere extender la autorización de uso de las tierras en descanso para reforzar la próxima sementera; y no es mala opción, quizás la única, para ver si puede sujetar la espiral de cotizaciones azuzada por los fondos de inversión que ha llevado a la lonja de Ciudad Real, por ejemplo, a suspender temporalmente las reuniones hasta que entren los primeros remolques de cereal en los depósitos.
Cierto es que se ha puesto más girasol, un 17 por ciento de incremento en Castilla -La Mancha, y cifras similares en Andalucía, y aunque no haya sido muy representativa la respuesta de los agricultores a la medida, hasta el otoño hay margen para pensar, por tanto un elemento más a favor. Porque aunque los costes de abonos, gasóleo, electricidad seguirán disparados, los precios que perciben los agricultores no parece que vayan a bajar, y la cebada araña ya los 400 euros por tonelada en muchas operaciones.
En la otra cara del mercado están los ganaderos extensivos que se enfrentan a la peor prueba de fuego este verano cuando agoten pastos y forrajes, y más aún las actividades intensivas, a unos precios imposibles que les obligarán a reducir pesos, o a quitar número de cabezas. De hecho, lonjas como la de Mercolleida ya anota ese giro en los últimos sacrificios porcinos que coinciden también con un descenso del consumo según suben las temperaturas.
España es un país deficitario en cereal y aunque en el horizonte tiene un margen amplio de tierras en descanso para sembrar, más de dos millones de hectáreas, siempre necesitará recurrir a los mercados exteriores. Los puertos siguen suministrando maíz, trigos, soja y otras tantas referencias. Lo peor, cuando aparquemos las cosechadoras, es que el agricultor retenga pensando que esta espiral de subidas es tan infinito son como un sinfín.