Juan Ignacio de Mesa

Barrio de Santo Tomé

Juan Ignacio de Mesa


Políticamente correcto

30/05/2022

Todos vemos como se está imponiendo la idea de lo políticamente correcto. Hay que actuar teniendo en cuenta los valores de todos los grupos humanos y evitar cualquier posible discriminación u ofensa hacia ellos por motivos de sexo, raza, religión, preferencias sexuales, ideología política y un largo listado de temas que engloba el modo de vestirse, los gustos gastronómicos o el amor por los animales. Es evidente que esta tendencia tiene un trasfondo de rectitud y respeto por los demás que la hace totalmente plausible. Lo políticamente correcto, implica una modificación en el uso de las palabras, lo cual no es malo de suyo. El problema surge cuando, como consecuencia de esta tendencia, se plantea que hay un vocabulario permitido y otro prohibido, lo cual nos lleva a otro plano, que habrá temas permitidos y prohibidos en función de que se pueda lastimar, o no, las sensibilidades de determinados grupos que puedan estar en desventaja. Y esto limita la capacidad de debate que se debe plantear sobre cualquier tema. Una investigación, un artículo en prensa, un debate en la Universidad, sacan a colación una opinión racional y que puede llevar a exponer una verdad, caso de que pueda lastimar a un cierto grupo, ¿debe ser censurado? ¿Dónde ponemos los límites de la censura?
Y lo que estamos viviendo es que «lo políticamente correcto» está apoyado desde el poder, para castigar legalmente al que se desvía de lo establecido, pudiendo condenar al heterodoxo al ostracismo, cuando no, directamente al despido. Y así, una buena intención, que intentaba tratar correctamente a todas las personas, se está convirtiendo en una poderosa arma de censura. Ser 'políticamente correcto' está expulsando del debate temas que nos afectan a todos. George Orwell dijo, «pero si el pensamiento corrompe al lenguaje, el lenguaje también corrompe al pensamiento».
Si nuestra intención es no discriminar a colectivo alguno, adelante, pero, ya que nos estamos pasando en la corrupción del lenguaje, evitemos que la corrupción llegue al pensamiento.