Tomás Rufo príncipe de Sevilla

Mario Gómez / SEVILLA
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El toledano cortó tres orejas bajo un inmenso aguacero y dejó su impronta en La Maestranza. Tiró de arrojo y echó para adelante una tarde que se puso cuesta arriba por el mal estado del ruedo. Rufo se ha consagrado como figura

Rufo se consagró en su presentación en Sevilla. - Foto: PAGÉS

Una ventolera se arremolinó en el arenal sevillano cuando el reloj de toriles marcaba las 18.15 horas. Comenzó a llover sobre La Maestranza y los aficionados se replegaron buscando el cobijo de los tejadillos. Justo cuando más público brotaba de los vomitorios para abarrotar el coso maestrante. "Viene el aire de Huelva", "pues entonces habrá agua" se espetaban dos sevillanos. Sea como fuere Tejera comenzó el pasodoble "Maestranza" y la terna apareció en el ruedo. Arreció el viento y a mitad de cruzar el platillo se cumplió la profecía.

Rufo se presentó en Sevilla y hubo de caminar sobre las aguas. A su primero lo recibió y pareció hacerlo sobre las marismas del Guadalquivir, y acabó haciéndolo sobre las aguas. A pesar de ello enjaretó un buen recibo a la verónica. Salió suelto el toro tras su paso por el caballo. El tercio de banderillas fue un quinario y con acierto cambiaron con tan solo dos palos. Rufo brindó al respetable entre el clamor de los asistentes. Comenzó sin probaturas por el derecho y pronto restalló un "bieeeeeeen" entre los asistentes. A la segunda tanta sonó la música y se abrieron los cielos. La lluvia se puso en pause. El piso estaba muy mal, pero había torero y pareció haber toro. Rufo se puso a torear por el derecho y crujió La Maestranza con un personalísimo cambio de mano en un doblón. Lo hizo por delante y por detrás. Por el derecho y al natural. El condicionante del estado del ruedo modificó la elección de terrenos y hubieron de ser hacia toriles, donde el animal más quería irse. Al regresar a los medios volvió a entonar de el trasteo, con un aguacero que se convirtió en protagonista. Tiró de ganas Rufo y se fue al mejor terreno para la faena, aunque fuera el que peor estaba. Clamor final y un puñetazo que le hizo rodar sin puntilla. Sevilla cambió el paraguas por los pañuelos y merecidamente Rufo cayó de pie. El que apuesta y lucha por algo generalmente lo logra.

El sexto salió con cuajo y Rufo lo toreó con suavidad a la verónica. En su primero caminó sobre las aguas del Guadalquivir, y en este de salida pareció haber nacido en las orillas del río que tan buenos capoteros ha dado. Lo hizo todo con torería, desde el galleo por delantales para dejarlo al caballo hasta el quite por gaebosas chicuelinas que remató con una media de mucho gusto. Ovacionado se marchó Manolo Sayago tras el tercio de varas. Se desmonteraron Sergio Blasco y Fernando Sánchez. Brindó al respetable y buscó la suerte depositando boca abajo la montera. En el primero lo dejó al azar pero ahora no había nada que elucubrar. Comenzó pasando por alto muy quieto y al segundo se echó la muleta a la izquierda y empezó a torear. Con barro hasta las rodillas pero con aplomo hasta el infinito, le dio distancia e hizo enmudecer a Sevilla hasta que rompió en olés. Interminables fueron los muletazos pasándoselo por la barriga girando solamente sobre los talones. Un don. Un elegido. Toreó muy lento al natural y tuvo la virtud de quedarse con el toro que salía mirando al tendido. Sevilla se rompió con la dedicación y hacer de Rufo. Ejercicio de fe y toreo en una faena que pedía un final que fuera una traca para refrendar el toreo de quilates de Rufo. Muy torero lo cerró con doblones por bajo y dejó uno apoteósico del desdén. Se tiró con todo y resultó volteado y arrollado. A pesar de la paliza se volvió a perfilar y se tiró como lo hacen las figuras. Después de eso el gesto de dolor era visible pero la obra estaba hecha. La Maestranza se vistió de blanco al grito de "torero" y lo encumbró por su Puerta del Príncipe. Que había una figura en camino se sabía, que es una realidad es un hecho confirmado.

Rufo toreó exquisitamente al natural.Rufo toreó exquisitamente al natural. - Foto: PAGÉS

El cuarto estuvo muy suelto de salida y los banderilleros lo movieron y El Juli tardó en hacerse presente. Cuando lo hizo fue a la verónica en el centro del ruedo y abrochó la media docena con una media a la cadera. Derribó al caballo y se vivieron momentos dramáticos cuando el monosabio también perdió pie. Mientras tanto El Juli quitó por chicuelinas con garbo y la lluvia volvió a caer. Ovación al picador al abandonar el ruedo y a El Juli cuando brindó al público. Sólo lo veía él, pero sabía lo que veía. Magisterio al torear en redondo doblándose por bajo. El pitón derecho era soberbio. Al natural corrió la mano con gusto. Volvió a la mano derecha y brotó un toreo sereno y de mando. Otra de las grandes faenas de El Juli en Sevilla ante un toro que sin ser excepcional, las manos del madrileño lo hicieron superior. Temple al natural con más de media muleta sobre el albero. Un circular y el clamor ante la máquina de embestidas. Al final resultó potable el toro y visionario Julián en su brindis. Tres cuartos de estocada trasera y algo tendida que fueron suficientes. Afloraron los pañuelos y paseó un trofeo.

Bajo una cortina de agua El Juli recibió a su primero. Un animal bien presentado al que el madrileño saludó lidiando también con el viento. Pareció dañarse de los cuartos traseros tras el paso por el caballo y las embestidas fueron con el freno de mano echado. Lo acusó quedándose corto en banderillas y El Juli comenzó por bajo un trasteo que apuntó mejor por el izquierdo. Lo hizo al cobijo de tablas en terrenos de la enfermería, y al querer dar los medios el aire complicó la tarea. Torero con oficio y toro con agrios finales. No tomó vuelo una faena que dejó algún retazo, en los segundos muletazos de la tanda aprovechando las inercias. Le tuvo fe Julián y el epílogo fue lo más salvable, sin someter y aliviando con las medias alturas. Estuvo desafortunado con el acero, tras una estocada caída que fue un metisaca, un pinchazo y media, lo despenó con el verduguillo tras varios intentos.

Tras la espantada a causa de la lluvia, la tregua a la muerte del primero, hizo que los vomitorios volvieran a llenarse de gente. el segundo fue un torazo. Con todas las letras, toda su largura, todas sus puntas y todos sus pitones tocaditos arriba. Roca Rey lo recogió de capa saliéndose a los medios entre la desatención y frialdad de la gente. Entre tanto salió el picador al ruedo y XX se fue como un tiró. Buena primera vara de José Manuel Quinta y pelea de este segundo, que apretó y bien sacando al caballo casi a los medios. Hacía cosas de baravo, mientras el cielo rugía a tormenta. Entre tanto Rufo se personó al quite con despaciosas chicuelinas y una larga jaleada. En banderillas fue un desbarajuste. Al llegar la muleta, el peruano se clavó como el rayo que cayó en Triana en el embroque del primero de sus estatuarios. El toro, que tenía clase y ritmo, salía echando una miradita al tendido poblado de paraguas. Se descalzó RR y sonó Tejera. Importante al natural tragando por delante y aguantando en los cambiados que intercaló. Jarreaba el agua, y el cóndor del Perú volaba alto, tanto como el vuelo de la muleta ante las embestidas de un animal que hacía el avión. Temple y valor. Y el ruedo empezó a complicarse. Cerró por bernardinas muy ceñidas y fue muy jaleado. Cantó la gallina cuando se disponía a matar, pero la faena estaba hecha. Pinchó al primer envite y a la segunda dejó una buena estocada, la demora en caer y la lluvia se interpusieron para que pasease un trofeo.

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Toreó de capote al cierraplaza de forma gustosa.
Toreó de capote al cierraplaza de forma gustosa. - Foto: PAGÉS
Tomás Rufo príncipe de Sevilla
Tomás Rufo príncipe de Sevilla - Foto: PAGÉS
Las dos orejas del sexto fueron el broche a una emotiva e importante tarde de Rufo.
Las dos orejas del sexto fueron el broche a una emotiva e importante tarde de Rufo. - Foto: PAGÉS

El 5° salió barbeando las tablas y Roca Rey optó por pararlo entre los terrenos del 6 y del 8. Mucho desarrollo de pitón y brío en el capote, ante lo que el peruano mandó al banderillero por delante a colocarlo en suerte. Cabeceó en el caballo y en el quite Rufo dejó dos tafalleras y la larga de forma inteligente. Roca Rey brindó al público y volvió a los terrenos donde había comenzado. Comenzó sometiendo por bajo y se puso a torear sobre la mano derecha. Lo llevó con mando y mano baja antes de que la faena se volviera inconstante cargada de idas y venidas, con escopeta pero sin disparo. Hizo un esfuerzo y logró buenos pasajes, mando por ambos pitones ante un animal de idas y venidas sin entrega, para cerrar por luquesinas. Lo que faltaba al toro, lo puso el torero. Pinchó en el primer envite en la suerte suprema y cobro una buena estocada en el segundo envite. Necesitó dos golpes de descabello y escuchó dos avisos.

ARCHIVADO EN: Sevilla, El Juli